Manual de formación personal para miembros del movimiento humanista
ÍNDICE
Introducción General
1. Temas de estudio
Introducción a los temas de estudio
Temas del Humanismo Universalista
1.- Qué es hoy el Movimiento Humanista
2.- El Documento del Movimiento Humanista
3.- Antecedentes y puntos fundamentales del Humanismo Universalista 4.- Acerca de lo Humano
5.- La apertura social del ser humano
6.- La acción transformadora
Temas sobre la superación del sufrimiento
7.- Los temas del sufrimiento
8.- Cambio y crisis
9.- Las virtudes
10.- La verdadera solidaridad
Temas sobre la no-violencia
11.- Las diferentes formas de violencia
12.- La violencia, el estado y la concentración del poder
13.- La no-violencia activa
Temas de la Psicología Humanista
14.- Psicología Humanista (Parte I: El Psiquismo)
15.- Psicología Humanista (Parte II: Esquema y Aparatos del Psiquismo) 16.- Psicología Humanista (Parte III: la Conciencia y el yo)
17.- La realidad: paisajes y miradas
18.- Imagen y espacio de representación
19.- Las experiencias guiadas
20.- La atención
Anexo I: Sobre el Punto de Vista, Descripciones, Resúmenes y Síntesis. 2
2. Prácticas de trabajo personal
Introducción a las prácticas de trabajo personal
Seminarios
1.- Seminario Nº 1 sobre prácticas atencionales
Anexo 1: Conclusión sobre la atención
Anexo 2: La atención
2.- Seminario Nº 2 sobre prácticas atencionales
Anexo 1: Aporte sobre la atención
3.- Seminario sobre las virtudes
4.- Seminario sobre prácticas de relajación
5.- Seminario sobre los aforismos
6.- Seminario sobre la experiencia
7.- Seminario sobre violencia y no-violencia
Retiros
9.- Retiro sobre prácticas de Relajación
10.- Retiro sobre prácticas Psicofísicas
11.- Retiro sobre las Experiencias Guiadas
12.- Retiro sobre el Espacio de Representación
13.- Retiro sobre el Autoconocimiento
14.- Retiro sobre el Paisaje de Formación
15.- Retiro No. 1 sobre Operativa: Catarsis
Anexo 1: Preguntas
Anexo 2: El psiquismo
Anexo 3: Presentación del esquema del psiquismo
16.- Retiro No. 2 sobre Operativa: Transferencia
Anexo 1: Transferencia pedagógica
Anexo 2: Análisis personal
INTRODUCCIÓN GENERAL
El Movimiento Humanista trabaja por el desarrollo personal en función de la transformación social.
Lucha por la humanización del mundo como fuerza internacionalista, antidiscriminatoria, solidaria y no-violenta en su metodología de acción.
Los aspectos doctrinarios de sus actividades y proyectos se apoyan en la visión del Humanismo Universalista; y hace de esta visión, el punto de apoyo para su desarrollo y para la formación personal de sus miembros.
Este manual incluye una serie de Temas de Estudio y Prácticas recomendadas para todos los miembros del Movimiento que sienten la necesidad de avanzar en el crecimiento y fortalecimiento personal de forma simultánea al desarrollo de sus proyectos de transformación social.
Está organizado en dos grandes secciones: 20 temas de estudio y 16 seminarios y retiros de trabajo personal.
Los temas desarrollados en ambas secciones resumen los aspectos teóricos y prácticos más relevantes de la Doctrina Humanista.
Estos temas de estudio, retiros y seminarios de trabajo personal están pensados para hacerse en los Centros de Trabajo de los Parques de Estudio y Reflexión, por cuanto estos lugares, con sus espacios abiertos y la Sala, resultan inspiradores para la experiencia interna y el intercambio enriquecedor. Cuando no se dispone de uno de nuestros Parques en las cercanías, se considerará Centro de Trabajo a todo lugar arrendado temporalmente para realizar estos trabajos.
Por último, en cada uno de los trabajos se detallan las referencias bibliográficas a las cuales cada persona puede dirigirse a fin de ampliar y profundizar los temas tratados. Equipo de Trabajo:
Víctor Piccininni; Karen Rohn; Gustavo Joaquín; Claudio Miconi; Edgardo Perez Aguirre; Hugo Novotny y Marcos Pampillón.
Centro de Estudios Punta de Vacas
15 de Marzo de 2009
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TEMAS DE ESTUDIO
Los Temas de Estudio incluyen 20 temas formativos que resumen los aspectos más importantes del pensamiento y doctrina del Humanismo Universalista.
Se han ordenado en 4 secciones temáticas:
1. Temas del Humanismo Universalista
2. Temas sobre la superación del sufrimiento
3. Temas sobre la no-violencia
4. Temas de la Psicología Humanista
Han sido elaborados a fin de que sirvan como guías para la realización de jornadas de estudio, reflexión e intercambio entre los miembros del Movimiento Humanista, y también como temas de apoyo para los seminarios y retiros que se realizan en los Centros de Estudio y Reflexión y que están desarrollados en la segunda sección de este manual (Prácticas).
Están estructurados atendiendo a facilitar el esclarecimiento y la comprensión de los temas fundamentales del Humanismo Universalista.
La profundización de los temas aquí desarrollados se puede realizar apoyándose en la bibliografía que se detalla al pie de página de cada documento.
El orden en que son expuestos estos trabajos no implica un orden de importancia, ni un orden a seguir. Cada grupo de estudio verá de acometer los mismos atendiendo a las necesidades de los miembros y al momento de proceso de cada uno de ellos.
Estos temas podrán estudiarse individualmente o en equipo. En todos los casos se recomienda el estudio de ellos siguiendo las pautas del material titulado “Sobre el Punto de Vista, Descripción, Resumen y Síntesis” que se incluye en el Anexo 1 de este manual.
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I – TEMAS DEL HUMANISMO UNIVERSALISTA
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Tema de Estudio Nº 1
¿QUÉ ES HOY EL MOVIMIENTO HUMANISTA?
¿Acaso un refugio frente a esta crisis general del sistema en que vivimos? ¿será, tal vez, una crítica sostenida a un mundo que se deshumaniza día a día? ¿será un nuevo lenguaje y un nuevo paradigma, una nueva interpretación del mundo y un nuevo paisaje? ¿representará una corriente ideológica o política; una nueva estética, una nueva escala de valores? ¿consistirá en una nueva espiritualidad, en una acción destinada a rescatar lo subjetivo y lo diverso en la acción concreta? ¿el movimiento será la expresión de una lucha a favor de los desposeídos, de los abandonados y los perseguidos, será la manifestación de los que sienten la monstruosidad de que los seres humanos no tengan los mismos derechos ni las mismas oportunidades?
El Movimiento es todo eso y mucho más. Es la expresión práctica del ideal de Humanizar la Tierra y es la aspiración de dirigirse hacia una Nación Humana Universal. Es el germen de una nueva cultura en esta civilización que se hace planetaria y que tendrá que cambiar su rumbo, admitiendo y valorando las diversidades y dando a todo ser humano, por la dignidad que se merece, por el simple hecho de nacer, iguales derechos e idénticas oportunidades.
El Movimiento Humanista es la manifestación externa de los profundos cambios que se están operando en el interior del ser humano y que son la historia misma: trágica, desconcertante, pero siempre en crecimiento. Es una débil voz adelantada que anuncia los tiempos que están más allá del ser humano que hemos conocido. Es una poesía y un arco de colores diversos. Es un David frente a un insolente Goliat. Es la suavidad del agua frente a la dureza de la roca. Es la fuerza de lo débil: una paradoja y un Destino.
Amigos míos, aun cuando no logremos inmediatamente los resultados que esperamos, esta semilla ya existe y espera la llegada de los tiempos venideros.
Para todos y de corazón a corazón, el deseo fervoroso del cambio social que se avecina y la esperanza del silencioso cambio que más allá de toda compulsión, más allá de toda impaciencia, más allá de toda aspiración violenta, más allá de toda culpa y de todo sentimiento de fracaso, ya anida en la íntima profundidad de muchos humanistas.
Bibliografía
Mensaje pronunciado por Silo (fundador del Movimiento Humanista) en la reunión internacional realizada en el estadio deportivo Obras Sanitarias de Buenos Aires, el 4 de Enero de 1998.
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Tema de Estudio Nº 2
EL DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO HUMANISTA
Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de esta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.
Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social.
Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.
Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.
Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.
I. El capital mundial
He aquí la gran verdad universal: el dinero es todo. El dinero es gobierno, es ley, es poder. Es, básicamente, subsistencia. Pero además es el Arte, es la Filosofía y es la Religión. Nada se hace sin dinero; nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aun la soledad reposada depende del dinero.
Pero la relación con esa “verdad universal” es contradictoria. Las mayorías no quieren este estado de cosas. Estamos, pues, ante la tiranía del dinero. Una tiranía que no es abstracta porque tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.
Hoy no se trata de economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomodan su parcela a los dictados del capital financiero internacional. Un capital especulador que se va concentrando mundialmente. De esta suerte, hasta el Estado nacional requiere para sobrevivir del crédito y el préstamo. Todos mendigan la inversión y dan garantías para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. Está llegando el tiempo en que las mismas compañías, así como los campos y las ciudades, serán propiedad indiscutible de la banca. Está llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado.
Parejamente, la vieja solidaridad se evapora. En definitiva, se trata de la desintegración del tejido social y del advenimiento de millones de seres humanos desconectados e indiferentes
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entre sí a pesar de las penurias generales. El gran capital domina no sólo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y, así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.
Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.
El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. Y si es que este neo-irracionalismo va a liderar regiones y colectividades, el margen de acción para las fuerzas progresistas queda día a día reducido. Por otra parte, millones de trabajadores ya han cobrado conciencia tanto de las irrealidades del centralismo estatista, cuanto de las falsedades de la democracia capitalista. Y así ocurre que los obreros se alzan contra sus cúpulas gremiales corruptas, del mismo modo que los pueblos cuestionan a los partidos y los gobiernos. Pero es necesario dar una orientación a estos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de la producción.
Para los humanistas existen como factores de la producción, el trabajo y el capital, y están demás la especulación y la usura. En la actual situación los humanistas luchan porque la absurda relación que ha existido entre esos dos factores sea totalmente transformada. Hasta ahora se ha impuesto que la ganancia sea para el capital y el salario para el trabajador, justificando tal desequilibrio con el “riesgo” que asume la inversión... como si todo trabajador no arriesgara su presente y su futuro en los vaivenes de la desocupación y la crisis. Pero, además, están en juego la gestión y la decisión en el manejo de la empresa. La ganancia no destinada a la reinversión en la empresa, no dirigida a su expansión o diversificación, deriva hacia la especulación financiera. La ganancia que no crea nuevas fuentes de trabajo, deriva hacia la especulación financiera. Por consiguiente, la lucha de los trabajadores ha de dirigirse a obligar al capital a su máximo rendimiento productivo. Pero esto no podrá llevarse a cabo a menos que la gestión y dirección sean compartidas. De otro modo, ¿cómo se podría evitar el despido masivo, el cierre y el vaciamiento empresarial? Porque el gran daño está en la subinversión, la quiebra fraudulenta, el endeudamiento forzado y la fuga del capital, no en las ganancias que se puedan obtener como consecuencia del aumento en la productividad. Y si se insistiera en la confiscación de los medios de producción por parte de los trabajadores, siguiendo las enseñanzas del siglo XIX, se debería tener en cuenta también el reciente fracaso del socialismo real.
En cuanto a la objeción de que encuadrar al capital, así como está encuadrado el trabajo, produce su fuga a puntos y áreas más provechosas, ha de aclararse que esto no ocurrirá por mucho tiempo más ya que la irracionalidad del esquema actual lo lleva a su saturación y crisis mundial. Esa objeción, aparte del reconocimiento de una inmoralidad radical desconoce el proceso histórico de la transferencia del capital hacia la banca resultando de ello que el mismo empresario se va convirtiendo en empleado sin decisión dentro de una
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cadena en la que aparenta autonomía. Por otra parte, a medida que se agudice el proceso recesivo, el mismo empresariado comenzará a considerar estos puntos.
Los humanistas sienten la necesidad de actuar no solamente en el campo laboral sino también en el campo político para impedir que el Estado sea un instrumento del capital financiero mundial, para lograr que la relación entre los factores de la producción sea justa y para devolver a la sociedad su autonomía arrebatada.
II. La democracia formal y la democracia real
Gravemente se ha ido arruinando el edificio de la democracia al resquebrajarse sus bases principales: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto a las minorías.
La teórica independencia entre poderes es un contrasentido. Basta pesquisar en la práctica el origen y composición de cada uno de ellos, para comprobar las íntimas relaciones que los ligan. No podría ser de otro modo. Todos forman parte de un mismo sistema. De manera que las frecuentes crisis de avance de unos sobre otros, de superposición de funciones, de corrupción e irregularidad, se corresponden con la situación global, económica y política de un país dado.
En cuanto a la representatividad, desde la época de la extensión del sufragio universal se pensó que existía un solo acto entre la elección y la conclusión del mandato de los representantes del pueblo. Pero a medida que ha transcurrido el tiempo se ha visto claramente que existe un primer acto mediante el cual muchos eligen a pocos y un segundo acto en el que estos pocos traicionan a los muchos, representando a intereses ajenos al mandato recibido. Ya ese mal se incuba en los partidos políticos reducidos a cúpulas separadas de las necesidades del pueblo. Ya, en la máquina partidaria, los grandes intereses financian candidatos y dictan las políticas que éstos deberán seguir. Todo esto evidencia una profunda crisis en el concepto y la aplicación de la representatividad.
Los humanistas luchan para transformar la práctica de la representatividad dando la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos. Porque aún existen, en numerosos países, leyes que subordinan candidatos independientes a partidos políticos, o bien, subterfugios y limitaciones económicas para presentarse ante la voluntad de la sociedad. Toda Constitución o ley que se oponga a la capacidad plena del ciudadano de elegir y ser elegido, burla de raíz a la democracia real que está por encima de toda regulación jurídica. Y, si se trata de igualdad de oportunidades, los medios de difusión deben ponerse al servicio de la población en el período electoral en que los candidatos exponen sus propuestas, otorgando a todos exactamente las mismas oportunidades. Por otra parte, deben imponerse leyes de responsabilidad política mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus electores arriesgue el desafuero, la destitución o el juicio político. Porque el otro expediente, el que actualmente se sostiene, mediante el cual los individuos o los partidos que no cumplan sufrirán el castigo de las urnas en elección futura, no interrumpe en absoluto el segundo acto de traición a los representados. En cuanto a la consulta directa sobre los temas de urgencia, cada día existen más posibilidades para su ejecución tecnológica. No es el caso de priorizar las encuestas y los sondeos manipulados, sino que se trata de facilitar la participación y el voto directo a través de medios electrónicos y computacionales avanzados.
En una democracia real debe darse a las minorías las garantías que merece su representatividad pero, además, debe extremarse toda medida que favorezca en la práctica su inserción y desarrollo. Hoy, las minorías acosadas por la xenofobia y la discriminación piden angustiosamente su reconocimiento y, en ese sentido, es responsabilidad de los
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humanistas elevar este tema al nivel de las discusiones más importantes encabezando la lucha en cada lugar hasta vencer a los neofascismos abiertos o encubiertos. En definitiva, luchar por los derechos de las minorías es luchar por los derechos de todos los seres humanos.
Pero también ocurre en el conglomerado de un país que provincias enteras, regiones o autonomías, padecen la misma discriminación de las minorías merced a la compulsión del Estado centralizado, hoy instrumento insensible en manos del gran capital. Y esto deberá cesar cuando se impulse una organización federativa en la que el poder político real vuelva a manos de dichas entidades históricas y culturales.
En definitiva, poner por delante los temas del capital y el trabajo, los temas de la democracia real, y los objetivos de la descentralización del aparato estatal, es encaminar la lucha política hacia la creación de un nuevo tipo de sociedad. Una sociedad flexible y en constante cambio, acorde con las necesidades dinámicas de los pueblos hoy por hoy asfixiados por la dependencia.
III. La posición humanista
La acción de los humanistas no se inspira en teorías fantasiosas acerca de Dios, la Naturaleza, la Sociedad o la Historia. Parte de las necesidades de la vida que consisten en alejar el dolor y aproximar el placer. Pero la vida humana agrega a las necesidades su previsión a futuro basándose en la experiencia pasada y en la intención de mejorar la situación actual. Su experiencia no es simple producto de selecciones o acumulaciones naturales y fisiológicas, como sucede en todas las especies, sino que es experiencia social y experiencia personal lanzadas a superar el dolor actual y a evitarlo a futuro. Su trabajo, acumulado en producciones sociales, pasa y se transforma de generación en generación en lucha continua por mejorar las condiciones naturales, aun las del propio cuerpo. Por esto, al ser humano se lo debe definir como histórico y con un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia naturaleza. Y cada vez que un individuo o un grupo humano se impone violentamente a otros, logra detener la historia convirtiendo a sus víctimas en objetos “naturales”. La naturaleza no tiene intenciones, así es que al negar la libertad y las intenciones de otros, se los convierte en objetos naturales, en objetos de uso.
El progreso de la humanidad, en lento ascenso, necesita transformar a la naturaleza y a la sociedad eliminando la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Cuando esto ocurra, se pasará de la prehistoria a una plena historia humana. Entre tanto, no se puede partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. Por ello los humanistas proclaman: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro”. Si se pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su ulterior control o sacrificio. Los humanistas tienen claro este punto. Los humanistas son ateos o creyentes, pero no parten de su ateísmo o de su fe para fundamentar su visión del mundo y su acción. Parten del ser humano y de sus necesidades inmediatas. Y si en su lucha por un mundo mejor creen descubrir una intención que mueve la Historia en dirección progresiva, ponen esa fe o ese descubrimiento al servicio del ser humano.
Los humanistas plantean el problema de fondo: saber si se quiere vivir y decidir en qué condiciones hacerlo.
Todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a los humanistas. Toda forma de discriminación manifiesta o larvada es un motivo de denuncia para los humanistas.
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Los humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello radica su coherencia.
Así está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Anti-humanismo. El Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la cuestión de la democracia real frente a la democracia formal; la cuestión de la descentralización, frente a la centralización; la cuestión de la antidiscriminación, frente a la discriminación; la cuestión de la libertad frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida, frente a la resignación, la complicidad y el absurdo.
Porque el Humanismo se basa en la libertad de elección, posee la única ética valedera del momento actual. Así mismo, porque cree en la intención y la libertad distingue entre el error y la mala fe, entre el equivocado y el traidor.
IV. Del Humanismo ingenuo al Humanismo consciente
Es en la base social, en los lugares de labor y habitación de los trabajadores donde el Humanismo debe convertir la simple protesta en fuerza consciente orientada a la transformación de las estructuras económicas.
En cuanto a los miembros combativos de las organizaciones gremiales y los miembros de partidos políticos progresistas, su lucha se hará coherente en la medida en que tiendan a transformar las cúpulas de las organizaciones en las que están inscriptos dándole a sus colectividades una orientación que ponga en primer lugar, y por encima de reivindicaciones inmediatistas, los planteos de fondo que propicia el Humanismo.
Vastas capas de estudiantes y docentes, normalmente sensibles a la injusticia, irán haciendo consciente su voluntad de cambio en la medida en que la crisis general del sistema los afecte. Y, por cierto, la gente de Prensa en contacto con la tragedia cotidiana está hoy en condiciones de actuar en dirección humanista al igual que sectores de la intelectualidad cuya producción está en contradicción con las pautas que promueve este sistema inhumano.
Son numerosas las posturas que, teniendo por base el hecho del sufrimiento humano, invitan a la acción desinteresada a favor de los desposeídos o los discriminados. Asociaciones, grupos voluntarios y sectores importantes de la población se movilizan, en ocasiones, haciendo su aporte positivo. Sin duda que una de sus contribuciones consiste en generar denuncias sobre esos problemas. Sin embargo, tales grupos no plantean su acción en términos de transformación de las estructuras que dan lugar a esos males. Estas posturas se inscriben en el Humanitarismo más que en el Humanismo consciente. En ellas se encuentran ya protestas y acciones puntuales susceptibles de ser profundizadas y extendidas.
V. El campo antihumanista
A medida que las fuerzas que moviliza el gran capital van asfixiando a los pueblos, surgen posturas incoherentes que comienzan a fortalecerse al explotar ese malestar canalizándolo hacia falsos culpables. En la base de estos neofascismos está una profunda negación de los valores humanos. También en ciertas corrientes ecologistas desviatorias se apuesta en primer término a la naturaleza en lugar del hombre. Ya no predican que el desastre ecológico es desastre, justamente, porque hace peligrar a la humanidad sino porque el ser humano ha atentado contra la naturaleza. Según algunas de estas corrientes, el ser humano está contaminado y por ello contamina a la naturaleza. Mejor sería, para ellos, que la medicina no hubiera tenido éxito en el combate con las enfermedades y en el alargamiento de la vida. “La
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Tierra primero”, gritan histéricamente, recordando las proclamas del nazismo. Desde allí a la discriminación de culturas que contaminan, de extranjeros que ensucian y polucionan, hay un corto paso. Estas corrientes se inscriben también en el antihumanismo porque en el fondo desprecian al ser humano. Sus mentores se desprecian a sí mismos, reflejando las tendencias nihilistas y suicidas a la moda.
Una franja importante de gente perceptiva también adhiere al ecologismo porque entiende la gravedad del problema que denuncia. Pero si ese ecologismo toma el carácter humanista que corresponde, orientará la lucha hacia los promotores de la catástrofe, a saber: el gran capital y la cadena de industrias y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial. Antes de preocuparse por las focas se ocupará del hambre, el hacinamiento, la mortinatalidad, las enfermedades y los déficits sanitarios y habitacionales en muchas partes del mundo. Y destacará la desocupación, la explotación, el racismo, la discriminación y la intolerancia, en el mundo tecnológicamente avanzado. Mundo que, por otra parte, está creando los desequilibrios ecológicos en aras de su crecimiento irracional.
No es necesario extenderse demasiado en la consideración de las derechas como instrumentos políticos del Anti-humanismo. En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del “Humanismo”. En esa dirección no ha faltado tampoco la astuta clerigalla que ha pretendido teorizar sobre la base de un ridículo “Humanismo Teocéntrico” (?). Esa gente, inventora de guerras religiosas e inquisiciones; esa gente que fue verdugo de los padres históricos del humanismo occidental, se ha arrogado las virtudes de sus víctimas llegando inclusive a “perdonar los desvíos” de aquellos humanistas históricos. Tan enorme es la mala fe y el bandolerismo en la apropiación de las palabras que los representantes del Anti-humanismo han intentado cubrirse con el nombre de “humanistas”.
Sería imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que dispone el Anti-humanismo. En todo caso, esclarecer sobre sus tendencias más solapadas contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen sus concepciones y el significado de su práctica social.
VI. Los frentes de acción humanista
El Humanismo organiza frentes de acción en el campo laboral, habitacional, gremial, político y cultural con la intención de ir asumiendo el carácter de movimiento social. Al proceder así, crea condiciones de inserción para las diferentes fuerzas, grupos e individuos progresistas sin que éstos pierdan su identidad ni sus características particulares. El objetivo de tal movimiento consiste en promover la unión de fuerzas capaces de influir crecientemente sobre vastas capas de la población orientando con su acción la transformación social.
Los humanistas no son ingenuos ni se engolosinan con declaraciones propias de épocas románticas. En ese sentido, no consideran sus propuestas como la expresión más avanzada de la conciencia social, ni piensan a su organización en términos indiscutibles. Los humanistas no fingen ser representantes de las mayorías. En todo caso, actúan de acuerdo a su parecer más justo apuntando a las transformaciones que creen más adecuadas y posibles en este momento que les toca vivir.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Cartas a mis Amigos”, Sexta carta a mis amigos 14
Tema de Estudio Nº 3
ANTECEDENTES Y PUNTOS FUNDAMENTALES
DEL HUMANISMO UNIVERSALISTA
Hablaremos sobre una corriente de pensamiento que postula la acción transformadora y que comienza a ser tenida en cuenta merced a los cambios profundos que se están operando en la sociedad. El Humanismo es esta corriente. Revisaremos, muy brevemente, sus antecedentes históricos, su desarrollo y la situación en que se encuentra actualmente.
Diferencia entre corriente y actitud humanista
Debemos establecer, previamente, una diferencia entre el humanismo como corriente y el humanismo como actitud. Esta última ya estaba presente en diferentes culturas antes de que la palabra “humanismo” fuera acuñada en Occidente. La actitud humanista es común a las distintas culturas, en ciertas etapas de su historia y se caracteriza por: 1.- La ubicación del ser humano como valor central; 2.- La afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; 3.-El reconocimiento de la diversidad personal y cultural; 4.- La tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta; 5.- La afirmación de la libertad de ideas y creencias y 6.- El repudio de la violencia.
Esta actitud es lo que cuenta en nuestro Nuevo Humanismo Universalista y son las diferentes culturas las que nos enseñan a amar y practicar esta posición frente a la vida. Remito, a quien interese, al estudio del humanismo en las diferentes culturas (Anuario 1994 del Centro Mundial de Estudios Humanistas, particularmente en la contribución del profesor Serguei Semenov, estudioso del humanismo precolombino en Meso y Sudamérica).
Debemos hacer también una distinción, un tanto pueril, entre los estudios “humanísticos” que se imparten en las facultades o institutos de estudios y la actitud personal no definida por la dedicación profesional sino por el emplazamiento frente a lo humano como preocupación central. Cuando alguien se define como “humanista” no lo hace con referencia a sus conocimientos de “humanidades” y, parejamente, un estudiante o estudioso de esas disciplinas no por ello se considera “humanista”. Deslizamos este comentario porque no han faltado quienes ligaran al “humanismo” con un determinado tipo de conocimiento o nivel cultural.
En Occidente, dos son las acepciones que se suelen atribuir a la palabra “humanismo”. Se habla de “humanismo” para indicar cualquier tendencia de pensamiento que afirme el valor y la dignidad del ser humano. Con este significado, se puede interpretar al humanismo de los modos más diversos y contrastantes. En su significado más limitado, pero colocándolo en una perspectiva histórica precisa, el concepto de Humanismo es usado para indicar ese proceso de transformación que se inició entre finales del siglo XIV y comienzos del XV y que, en el siglo siguiente, con el nombre de “Renacimiento”, dominó la vida intelectual de Europa. Basta mencionar a Erasmo; Giordano Bruno; Galileo; Nicolás de Cusa; Tomás Moro; Juan Vives y Bouillé para comprender la diversidad y extensión del Humanismo histórico. Su influencia se prolongó a todo el siglo XVII y gran parte del XVIII, desembocando en las revoluciones que abrieron las puertas de la Edad Contemporánea. Esta corriente pareció
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apagarse lentamente hasta que a mediados de este siglo ha echado a andar nuevamente en el debate entre pensadores preocupados por las cuestiones sociales y políticas.
Los aspectos fundamentales del Humanismo histórico fueron, aproximadamente, los siguientes:
1.- La reacción contra el modo de vida y los valores del Medioevo. Así comienza un fuerte reconocimiento de otras culturas, particularmente de la greco-romana en el arte, la ciencia y la filosofía.
2.- La propuesta de una nueva imagen del ser humano, del que se exaltan su personalidad y su acción transformadora.
3.- Una nueva actitud respecto a la naturaleza, a la que se acepta como ambiente del hombre y ya no como un sub-mundo lleno de tentaciones y castigos.
4.- El interés por la experimentación e investigación del mundo circundante, como una tendencia a buscar explicaciones naturales, sin necesidad de referencias a lo sobrenatural.
Estos cuatro aspectos del Humanismo histórico convergen hacia un mismo objetivo: hacer surgir la confianza en el ser humano y su creatividad, y considerar al mundo como reino del hombre, reino al cual éste puede dominar mediante el conocimiento de las ciencias. Desde esta nueva perspectiva se expresa la necesidad de construir una nueva visión del universo y de la historia. De igual manera, las nuevas concepciones de ese Humanismo histórico llevan al replanteo de la cuestión religiosa tanto en sus estructuras dogmáticas y litúrgicas, como en las organizativas que, a la sazón, impregnan las estructuras sociales del Medioevo. El Humanismo, en correlato con la modificación de las fuerzas económicas y sociales de la época, representa a un revolucionarismo cada vez más consciente y cada vez más orientado hacia la discusión del orden establecido. Pero la Reforma en el mundo alemán y anglosajón y la Contrarreforma en el mundo latino tratan de frenar a las nuevas ideas reproponiendo autoritariamente la visión cristiana tradicional. La crisis pasa de la Iglesia a las estructuras estatales. Finalmente, el imperio y la monarquía por derecho divino son eliminados merced a las revoluciones de fines del siglo XVIII y XIX.
Pero luego de la Revolución francesa y de las guerras de la independencia americanas, el Humanismo prácticamente ha desaparecido no obstante continuar como trasfondo social de ideales y aspiraciones que alienta transformaciones económicas, políticas y científicas. El Humanismo ha retrocedido frente a concepciones y prácticas que se instalan hasta finalizado el Colonialismo, la Segunda Guerra Mundial y el alineamiento bifronte del planeta. En esta situación se reabre el debate sobre el significado del ser humano y la naturaleza, sobre la justificación de las estructuras económicas y políticas, sobre la orientación de la ciencia y la tecnología y, en general, sobre la dirección de los acontecimientos históricos.
Luego del largo camino recorrido y de las últimas discusiones en el campo de las ideas, queda claro que el Humanismo debe redefinir su posición no solamente en tanto concepción teórica sino en cuanto actividad y práctica social. Para esto, nos apoyaremos continuamente en su Documento fundacional.
El estado de la cuestión humanista debe ser planteado hoy con referencia a las condiciones en que el ser humano vive. Tales condiciones no son abstractas. Por consiguiente, no es legítimo derivar al Humanismo de una teoría sobre la Naturaleza, o una teoría sobre la
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Historia, o una fe sobre Dios. La condición humana es tal que el encuentro inmediato con el dolor y con la necesidad de superarlo es ineludible. Tal condición, común a tantas otras especies, encuentra en la humana la adicional necesidad de prever a futuro cómo superar el dolor y lograr el placer. Su previsión a futuro se apoya en la experiencia pasada y en la intención de mejorar su situación actual. Su trabajo, acumulado en producciones sociales pasa y se transforma de generación en generación en lucha continua por superar las condiciones naturales y sociales en que vive. Por ello, el Humanismo define al ser humano como ser histórico y con un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia naturaleza. Este punto es de capital importancia porque al aceptarlo no se podrá, coherentemente, afirmar luego un derecho natural, o una propiedad natural, o instituciones naturales o, por último, un tipo de ser humano a futuro, tal cual hoy es, como si estuviera terminado para siempre.
El antiguo tema de la relación del hombre con la naturaleza cobra nuevamente importancia. Al retomarlo descubrimos esa gran paradoja en la que el ser humano aparece sin fijeza, sin naturaleza, al tiempo que advertimos en él una constante: su historicidad. Por ello es que, estirando los términos, puede decirse que la naturaleza del hombre es su historia; su historia social. Por consiguiente, cada ser humano que nace no es un primer ejemplar equipado genéticamente para responder a su medio, sino un ser histórico que desenvuelve su experiencia personal en un paisaje social, en un paisaje humano.
He aquí que en este mundo social, la intención común de superar el dolor es negada por la intención de otros seres humanos. Estamos diciendo que unos hombres naturalizan a otros al negar su intención: los convierten en objeto de uso. Así, la tragedia de estar sometido a condiciones físicas naturales, impulsa al trabajo social y a la ciencia hacia nuevas realizaciones que superen a dichas condiciones; pero la tragedia de estar sometido a condiciones sociales de desigualdad e injusticia impulsa al ser humano a la rebelión contra esa situación en la que se advierte no el juego de fuerzas ciegas sino el juego de otras intenciones humanas. Esas intenciones humanas, que discriminan a unos y a otros, son cuestionadas en un campo muy diferente al de la tragedia natural en la que no existe una intención. Por esto es que siempre existe en toda discriminación un monstruoso esfuerzo por establecer que las diferencias entre los seres humanos se deben a la naturaleza, sea física o social, que realiza su juego de fuerzas sin que intervenga la intención. Se harán diferencias raciales, sexuales y económicas justificándolas por leyes genéticas o de mercado, pero en todos los casos se habrá de operar con la distorsión, la falsedad y la mala fe.
Las dos ideas básicas expuestas anteriormente: en primer lugar la de la condición humana sometida al dolor con su impulso por superarlo y, en segundo término, la definición del ser humano histórico y social, centran el estado de la cuestión para los humanistas de hoy. Sobre estos particulares remito al libro Contribuciones al Pensamiento, de Silo, en el ensayo titulado: Discusiones Historiológicas.
En el documento fundacional del Movimiento Humanista se declara que ha de pasarse de la pre-historia a la verdadera historia humana recién cuando se elimine la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Entre tanto, no se podrá partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. La proclama: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro”, sintetiza todo esto. Si se
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pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su ulterior control o sacrificio. Los humanistas tenemos claro este punto. Los humanistas somos ateos o creyentes, pero no partimos del ateísmo o de la fe para fundamentar nuestra visión del mundo y nuestra acción; partimos del ser humano y de sus necesidades inmediatas.
Así, los humanistas fijamos posiciones. No nos sentimos salidos de la nada sino tributarios de un largo proceso y esfuerzo colectivo; nos comprometemos con el momento actual y planteamos una larga lucha hacia el futuro. Afirmamos la diversidad en franca oposición a la regimentación que hasta ahora ha sido impuesta y apoyada con explicaciones de que lo diverso pone en dialéctica a los elementos de un sistema, de manera que al respetarse toda particularidad se da vía libre a fuerzas centrífugas y desintegradoras. Los humanistas pensamos lo opuesto y destacamos que, precisamente en este momento, el avasallamiento de la diversidad lleva a la explosión de las estructuras rígidas. Por esto es que enfatizamos en la dirección convergente, en la intención convergente y nos oponemos a la idea y a la práctica de la eliminación de supuestas condiciones dialécticas en un conjunto dado.
Los humanistas reconocemos los antecedentes del Humanismo histórico y nos inspiramos en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central; pensamos en el porvenir tratando de superar la crisis presente; somos optimistas: creemos en la libertad y el progreso social.
Bibliografía
Conferencia “La posición del Nuevo Humanismo”, dada por Silo en S.S. de Jujuy, 30-10-1995. 18
Tema de Estudio Nº 4
ACERCA DE LO HUMANO
Una cosa es la comprensión del fenómeno humano en general, y otra muy diferente es el propio registro de la humanidad en otros.
Primera cuestión: La compresión del fenómeno humano en general
Si se dice que lo característico de lo humano es la sociabilidad o el lenguaje, o la transmisión de experiencia, no se define cabalmente lo humano, por cuanto en el mundo animal (aunque desarrollado elementalmente), encontramos todas esas expresiones. Observamos reconocimientos químicos de organismos de la colmena, el cardumen o la manada, y atracciones o rechazos consecuentes. Existen organizaciones huéspedes, parásitas y simbióticas en las que reconocemos formas elementales de lo que luego veremos peraltado en algunas agrupaciones humanas...También encontramos una suerte de “moral” animal y resultados sociales punitivos para los transgresores, aún cuando desde afuera de esas conductas, se las pueda interpretar por los instintos de conservación de la especie, o por una imbricación de reflejos condicionados e incondicionados. El rudimento técnico tampoco es ajeno al mundo animal, y tampoco sentimientos de afecto, odio, pena y solidaridad entre miembros de un grupo, o entre grupos, o entre especies.
Y bien, ¿qué define a lo humano en cuanto tal? Lo define la reflexión de lo histórico-social como memoria personal. Todo animal es siempre el primer animal, pero cada ser humano es un medio histórico y social y es, además, la reflexión y el aporte a la transformación o inercia de ese medio.
El medio para el animal es medio natural.
El medio para el ser humano es medio histórico y social, es transformación del mismo y, por cierto, es adaptación de lo natural a las necesidades inmediatas y a las de más largo plazo.
Esta respuesta diferida del ser humano frente a los estímulos inmediatos, este sentido y dirección de su obrar respecto de un futuro calculado (o imaginario), nos presenta una característica nueva frente al sistema de ideación, de comportamiento y de vida de los exponentes animales. La ampliación del horizonte temporal de la conciencia humana permite a ésta retardos frente a los estímulos y ubicación de éstos en un espacio mental complejo, habilitante para el emplazamiento de deliberaciones, comparaciones y resultados fuera del campo perceptual inmediato.
En otras palabras: en el ser humano no existe “naturaleza” humana, a menos que esta “naturaleza” sea considerada como una capacidad diferente a la animal, de moverse entre tiempos fuera del horizonte de percepción. Diré de otro modo: si hay algo “natural” en el ser humano no lo es en sentido mineral, vegetal o animal, sino en el sentido de que lo natural en él es el cambio, la historia, la transformación.
Tal idea de cambio ni se aviene convenientemente con la idea de “naturaleza” y por ello preferimos no usar esta última palabra como se ha venido haciendo, y con la cual se han justificado numerosas deslealtades hacia el ser humano. Por ejemplo: porque los nativos de un lugar eran diferentes a los conquistadores de otro lugar, fueron llamados los “naturales” o aborígenes. Porque las razas presentaron algunas diferencias morfológicas o pigmentarias,
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fueron asimiladas a diferentes naturalezas dentro de la especie humana, y así siguiendo. Lo establecido de un modo permanente, razas distintas, estaban establecidas dentro de un orden supuestamente natural, que debía conservarse de modo permanente.
Así es que la idea de naturaleza humana sirvió a un orden de producción natural, pero se fracturó en la época de transformación industrial.
Aún hoy quedan vestigios de la ideología zoológica de la naturaleza humana, en la psicología, por ejemplo, en la cual todavía se habla de ciertas facultades naturales como la “voluntad”, por ejemplo, y cosas semejantes.
El derecho natural, el Estado como parte de la naturaleza humana proyectada, etc., no han aportado sino su cuota de inercia histórica y de negación de la transformación.
Si la copresencia de la conciencia humana trabaja gracias a su enorme ampliación temporal, y si la intencionalidad de aquella permite proyectar un sentido, lo característico del ser humano es ser y hacer el sentido del mundo: “Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo... tus padres y los padres de tus padres, se continúan en ti. No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido, iluminas la Tierra. Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí: HUMANIZAR LA TIERRA, ¿Qué es humanizar la Tierra? Es superar el dolor y el sufrimiento, es aprender sin limites, es amar la realidad que construyes...”
Bien, estamos a una gran distancia de la idea de naturaleza humana. Estamos en lo opuesto. Quiero decir, si lo natural había asfixiado lo humano, merced a un orden impuesto con la idea de lo permanente, ahora estamos diciendo lo contrario: que lo natural debe ser humanizado y que esta humanización del mundo hace al hombre creador de sentido, de dirección, de transformación. Si ese sentido es liberador de las condiciones supuestamente “naturales” de dolor y sufrimiento, lo verdaderamente humano es lo que va más allá de lo natural: es tu proyecto, tu futuro, tu hijo, tu brisa, tu amanecer, tu tempestad, tu ira y tu caricia. Es tu temor y temblor por tu futuro, por un nuevo ser humano libre de dolor y sufrimiento.
Segunda cuestión: El propio registro de lo Humano en otros
En tanto registre del otro su presencia “natural”, el otro no pasará de ser una presencia objetal, o particularmente animal. En tanto esté anestesiado para percibir el horizonte temporal del otro, el otro no tendrá sentido más que en cuanto para- mí. La naturaleza del otro será un para- mi. Pero al construir al otro en un para- mi, me constituyo y me alieno en mi propio para- sí. Quiero decir: “Yo soy para- mi” y con esto cierro mi horizonte de transformación. Quien cosifica se cosifica, y con ello cierra su horizonte.
En tanto no experimente al otro fuera del para- mi, mi actividad vital no humanizará al mundo.
El otro debería ser a mi registro interno una cálida sensación de futuro abierto que ni siquiera termina en el sin-sentido cosificador de la muerte. Sentir lo humano del otro es sentir la vida del otro en un hermoso y multicolor arco iris, que más se aleja en la medida en que quiero detener, atrapar, arrebatar su expresión. Tú te alejas y yo me reconforto, si es que contribuí a cortar tus cadenas, a superar tu dolor y sufrimiento. Y si vienes conmigo es porque te constituyes en un acto libre como ser humano, no simplemente porque has nacido “humano”.
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Yo siento en ti la libertad y la posibilidad de constituirte en ser humano. Y mis actos tienen en ti mi blanco de libertad.
Entonces, ni aun tu muerte detiene las acciones que pusiste en marcha, porque eres esencialmente tiempo y libertad.
Amo, pues, del ser humano, su humanización creciente. Y en momentos de crisis, de cosificación, en momentos de deshumanización, amo su posibilidad de rehabilitación futura.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, volumen I, “Habla Silo: opiniones, comentarios y participación en actos públicos”. 21
Tema de Estudio Nº 5
LA APERTURA SOCIAL DEL SER HUMANO
Nuestra concepción no se inicia admitiendo generalidades, sino estudiando lo particular de la vida humana; lo particular de la existencia; lo particular del registro personal del pensar, el sentir y el actuar. Esta postura inicial la hace incompatible con todo sistema que arranque desde la “idea”, desde la “materia”, desde el “inconsciente”, desde la “voluntad”, desde la “sociedad”, etc. Si alguien admite o rechaza cualquier concepción, por lógica o extravagante que ésta sea, siempre él mismo estará en juego admitiendo o rechazando. Él estará en juego, no la sociedad, o el inconsciente, o la materia.
Hablemos pues de la vida humana. Cuando me observo, no desde el punto de vista fisiológico sino existencial, me encuentro puesto en un mundo dado, no construido ni elegido por mí. Me encuentro en situación respecto a fenómenos que empezando por mi propio cuerpo son ineludibles. El cuerpo como constituyente fundamental de mi existencia es, además, un fenómeno homogéneo con el mundo natural en el que actúa y sobre el cual actúa el mundo. Pero la naturalidad del cuerpo tiene para mí diferencias importantes con el resto de los fenómenos, a saber: 1.- el registro inmediato que poseo de él; 2.- el registro que mediante él tengo de los fenómenos externos y 3.- la disponibilidad de alguna de sus operaciones merced a mi intención inmediata.
Naturaleza, intención y apertura del ser humano
Pero ocurre que el mundo se me presenta no solamente como un conglomerado de objetos naturales sino como una articulación de otros seres humanos y de objetos y signos producidos o modificados por ellos. La intención que advierto en mí aparece como un elemento interpretativo fundamental del comportamiento de los otros y así como constituyo al mundo social por comprensión de intenciones, soy constituido por él. Desde luego, estamos hablando de intenciones que se manifiestan en la acción corporal. Es gracias a las expresiones corporales o a la percepción de la situación en que se encuentra el otro que puedo comprender sus significados, su intención. Por otra parte, los objetos naturales y humanos se me aparecen como placenteros o dolorosos y trato de ubicarme frente a ellos modificando mi situación.
De este modo, no estoy cerrado al mundo de lo natural y de los otros seres humanos sino que, precisamente, mi característica es la “apertura”. Mi conciencia se ha configurado intersubjetivamente ya que usa códigos de razonamiento, modelos emotivos, esquemas de acción que registro como “míos” pero que también reconozco en otros. Y, desde luego, está mi cuerpo abierto al mundo por cuanto a éste lo percibo y sobre él actúo. El mundo natural, a diferencia del humano, se me aparece sin intención. Desde luego, puedo imaginar que las piedras, las plantas y las estrellas, poseen intención pero no veo cómo llegar a un efectivo diálogo con ellas. Aun los animales en los que a veces capto la chispa de la inteligencia, se me aparecen impenetrables y en lenta modificación desde dentro de su naturaleza. Veo sociedades de insectos totalmente estructuradas, mamíferos superiores usando rudimentos técnicos, pero repitiendo sus códigos en lenta modificación genética, como si fueran siempre los primeros representantes de sus respectivas especies. Y cuando compruebo las virtudes de los vegetales y los animales modificados y domesticados por el hombre, observo la intención de éste abriéndose paso y humanizando al mundo.
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La apertura social e histórica del ser humano
Me es insuficiente la definición del hombre por su sociabilidad ya que esto no hace a la distinción con numerosas especies; tampoco su fuerza de trabajo es lo característico, cotejada con la de animales más poderosos; ni siquiera el lenguaje lo define en su esencia, porque sabemos de códigos y formas de comunicación entre diversos animales. En cambio, al encontrarse cada nuevo ser humano con un mundo modificado por otros y ser constituido por ese mundo intencionado, descubro su capacidad de acumulación e incorporación a lo temporal, descubro su dimensión histórico-social, no simplemente social. Vistas así las cosas, puedo intentar una definición diciendo: El hombre es el ser histórico, cuyo modo de acción social transforma a su propia naturaleza. Si admito lo anterior, habré de aceptar que ese ser puede transformar intencionalmente su constitución física. Y así está ocurriendo. Comenzó con la utilización de instrumentos que puestos adelante de su cuerpo como “prótesis” externas le permitieron alargar su mano, perfeccionar sus sentidos y aumentar su fuerza y calidad de trabajo. Naturalmente no estaba dotado para los medios líquido y aéreo y sin embargo creó condiciones para desplazarse en ellos, hasta comenzar a emigrar de su medio natural, el planeta Tierra. Hoy, además, está internándose en su propio cuerpo cambiando sus órganos; interviniendo en su química cerebral; fecundando in vitro y manipulando sus genes. Si con la idea de “naturaleza” se ha querido señalar lo permanente, tal idea es hoy inadecuada aun si se la quiere aplicar a lo más objetal del ser humano, es decir, a su cuerpo. Y en lo que hace a una “moral natural”, a un “derecho natural”, o a “instituciones naturales”, encontramos, opuestamente, que en ese campo todo es histórico-social y nada allí existe por naturaleza.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I,”Cartas a mis Amigos”, Cuarta carta a mis amigos. 23
Tema de Estudio Nº 6
LA ACCIÓN TRANSFORMADORA DEL SER HUMANO
Contigua a la concepción de la naturaleza humana ha estado operando otra que nos habló de la pasividad de la conciencia. Esta ideología consideró al hombre como una entidad que obraba en respuesta a los estímulos del mundo natural. Lo que comenzó en burdo sensualismo, poco a poco fue desplazado por corrientes historicistas que conservaron en su seno la misma idea en torno a la pasividad. Y aun cuando privilegiaron la actividad y la transformación del mundo por sobre la interpretación de sus hechos, concibieron a dicha actividad como resultante de condiciones externas a la conciencia. Pero aquellos antiguos prejuicios en torno a la naturaleza humana y a la pasividad de la conciencia hoy se imponen, transformados en neo-evolucionismo, con criterios tales como la selección natural que se establece en la lucha por la supervivencia del más apto. Tal concepción zoológica, en su versión más reciente, al ser trasplantada al mundo humano tratará de superar las anteriores dialécticas de razas o de clases con una dialéctica establecida según leyes económicas “naturales” que autorregulan toda la actividad social. Así, una vez más, el ser humano concreto queda sumergido y objetivado.
Hemos mencionado a las concepciones que para explicar al hombre comienzan desde generalidades teóricas y sostienen la existencia de una naturaleza humana y de una conciencia pasiva. En sentido opuesto, nosotros sostenemos la necesidad de arranque desde la particularidad humana, sostenemos el fenómeno histórico-social y no natural del ser humano y también afirmamos la actividad de su conciencia transformadora del mundo, de acuerdo con su intención. Vimos a su vida en situación y a su cuerpo como objeto natural percibido inmediatamente y sometido también inmediatamente a numerosos dictados de su intención. Por consiguiente se imponen las siguientes preguntas: ¿cómo es que la conciencia es activa?, es decir, ¿cómo es que puede intencionar sobre el cuerpo y a través de él transformar al mundo? En segundo lugar, ¿cómo es que la constitución humana es histórico-social? Estas preguntas deben ser respondidas desde la existencia particular para no recaer en generalidades teóricas desde las cuales se deriva luego un sistema de interpretación. De esta manera, para responder a la primera pregunta tendrá que aprehenderse con evidencia inmediata cómo la intención actúa sobre el cuerpo y, para responder a la segunda, habrá que partir de la evidencia de la temporalidad y de la intersubjetividad en el ser humano y no de leyes generales de la historia y de la sociedad. En nuestro trabajo Contribuciones al Pensamiento, se trata de dar respuesta precisamente a esas dos preguntas. En el primer ensayo de Contribuciones, se estudia la función que cumple la imagen en la conciencia, destacando su aptitud para mover al cuerpo en el espacio. En el segundo ensayo del mismo libro, se estudia el tema de la historicidad y sociabilidad. La especificidad de estos temas nos aleja demasiado de la presente carta, por ello remitimos al material citado.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Cartas a mis Amigos”, Cuarta carta a mis amigos, y “Contribuciones al Pensamiento”.
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II – TEMAS SOBRE LA SUPERACIÓN DEL SUFRIMIENTO 25
Tema de Estudio Nº 7
LOS TEMAS DEL SUFRIMIENTO
Felicidad y sufrimiento
Para nosotros es un objetivo lograr una creciente satisfacción con uno mismo. Esto es posible en la medida en que se vayan entendiendo los factores que se oponen a esa felicidad creciente. La felicidad es un estado en el que no hay sufrimiento. ¿Puede una persona ir progresivamente superando al sufrimiento? Con seguridad que puede. Aunque vemos diariamente lo contrario, es decir: a medida que avanzan los años muchas personas van aumentando su sufrimiento.
¿Pero cómo se hace para ir logrando una felicidad creciente? Hay una forma y ésta consiste en comprender cómo se produce el sufrimiento y en comenzar a obrar de manera diferente a la que lo genera.
A veces vemos el sufrimiento y la manera de obrar para evitarlo. Sin embargo, debe entenderse antes la palabra “sufrimiento”. Muchas personas creen que no sufren sino que tienen problemas con el dinero, con el sexo, con su familia, con otras personas, etc. Creen que simplemente viven con tensiones, angustias, inseguridades, temores, resentimientos y todo tipo de frustraciones. Pues bien, al conjunto de esos problemas le llamamos “sufrimiento”.
Es importante distinguir entre dolor y sufrimiento. El primero es físico y sobre él, el progreso de la sociedad y la ciencia tienen mucho que hacer. En cambio, el sufrimiento es mental. A veces el dolor trae sufrimiento mental y también el sufrimiento mental produce dolor físico y enfermedad. Esta distinción entre dolor y sufrimiento es de las primeras cosas que uno empieza a comprender en el trabajo de la Comunidad. Luego se aprende a buscar las verdaderas raíces del sufrimiento y se descubre la necesidad de cambiar la forma de actuar que produce sufrimiento.
Las tres vías del sufrimiento
Hay dos facultades muy importantes que posee el ser humano: la memoria y la imaginación. Sin ellas es imposible realizar actividades en la vida diaria. Cuando alguna de ellas disminuye en su potencia o sufre algún tipo de alteración, las actividades cotidianas se dificultan.
La memoria y la imaginación son fundamentales para la vida y por ello, cuando en lugar de ayudar a abrirnos paso nos encierran en el sufrimiento, debemos tomar medidas para cambiar la situación. La memoria puede traer recuerdos negativos continuamente y entonces deja de prestarnos la ayuda que necesitamos. Lo mismo puede ocurrir con la imaginación si de continuo nos hace aparecer temores, angustias, miedos al futuro.
Podemos considerar a la sensación (a lo que percibimos en un momento), como otra facultad decisiva para la vida. Gracias a ella vemos, oímos, tocamos y, en fin, nos damos cuenta de lo que pasa alrededor nuestro. Hay cosas que sentimos que nos gustan; hay otras que nos desagradan. Si sentimos hambre, o recibimos un golpe, o experimentamos exceso de frío o calor, registrarnos dolor por la sensación. Pero a diferencia del dolor que es físico, podemos
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experimentar sufrimiento que es mental. Ese sufrimiento lo sentimos cuando lo que vemos del mundo que nos rodea no nos gusta o nos parece que no es como debe ser.
La memoria, la imaginación y la sensación son tres vías necesarias para la vida. Sin embargo, ellas pueden convertirse en enemigas de la vida si trabajan dando sufrimiento. La memoria nos hace sufrir al recordar fracasos y frustraciones, al recordar pérdidas de oportunidades, de objetos, de personas queridas.
La imaginación nos hace sufrir por las cosas negativas que pensamos a futuro trayéndonos temor: temor a perder lo que tenemos, temor a la soledad, a la enfermedad, a la vejez y a la muerte. La imaginación hace sufrir cuando pensamos en la imposibilidad de lograr a futuro lo que deseamos para nosotros y otras personas.
La sensación nos hace sufrir cuando vemos que nuestra situación no es como corresponde que sea, cuando no nos reconocen familiar o socialmente, cuando nos perjudican en nuestro trabajo, cuando encontramos impedimentos en lo que estamos realizando.
Entonces, en lugar de hablar de esas tres facultades tan importantes, tenemos que hablar de las tres vías del sufrimiento porque ellas están funcionando mal. Debemos reconocer, además, que esas vías se entrecruzan y cuando algo falla en una, compromete a las otras. Al parecer tienen entre sí contactos en muchos puntos. Las prácticas de trabajo personal del Movimiento Humanista trabajan precisamente sobre las tres vías del sufrimiento, despejándolas para que la vida se desarrolle sin tropiezos.
El sufrimiento por el recuerdo
El recuerdo trae sensaciones a veces agradables y a veces trae sufrimiento. Cualquier persona sufre por lo que perdió, por lo que hizo y salió mal. Entonces, prefiere no volver sobre todo aquello. Pero, aunque no quiera, muchas cosas de hoy le hacen recordar escenas desagradables del pasado. Entonces, trata de evitar esas cosas y eso la limita en muchas actividades. A veces, no se comprende que numerosos estados de angustia, de ansiedad, de temor, etc. tienen que ver con recuerdos de situaciones negativas o bien de cosas desagradables. Si se trabaja el recuerdo adecuadamente, se pueden solucionar muchos problemas vitales. No se trata de recordar continuamente cosas negativas porque eso crea pesimismo en la vida. En todo caso, se trata de hacer un trabajo con esos recuerdos de modo adecuado, como el que realizamos en algunas reuniones del Movimiento.
El sufrimiento por la imaginación
La imaginación es necesaria para la vida. Gracias a esa facultad podemos planificar, hacer proyectos y, por último, llegar a modificar la realidad, aplicando en la práctica nuestra acción movida por ella. La imaginación es una fuerza enorme, pero los resultados dependen de cómo se la dirija. En efecto, si la imaginación se canaliza en acciones negativas termina provocando desajustes de todo tipo, generando sufrimiento.
Cuando una persona teme perder lo que tiene, teme no lograr lo que se propone, sufre por la imaginación. También sufre por la imaginación aquel cuyo futuro le parece inseguro o desastroso. Es tal el sufrimiento, que a veces se convierte en dolor físico y enfermedad. Sobre este último punto, debe considerarse que numerosas enfermedades no son sino imaginarias y que con el tiempo se convierten en reales. La imaginación negativa produce además tensión mental, disminuyendo todas las aptitudes.
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Esa capacidad que tiene la imaginación para llevarnos a actuar mal en el mundo o para influir sobre el cuerpo de modo negativo, puede modificarse. Las Experiencias Guiadas se basan en esta gran facultad del ser humano; con ellas se trabaja separando de la imaginación al sufrimiento que hasta entonces la acompañaba.
El sentido de la vida
Hay que reconocer que si estamos desorientados o no tenemos una finalidad, un sentido en la vida, nos perdemos en las tres vías y no sabemos qué despejar de nuestro camino porque tampoco comprendemos hacia dónde vamos. Seguramente, el descubrimiento de un sentido en la vida es lo que más nos ayuda a convertir las tres vías del sufrimiento en tres vías positivas para la existencia.
En el libro “Humanizar la Tierra”, “El Paisaje Interno”, Cap. VII, Silo afirma:
“...Si acaso te imaginas como un bólido fugaz que ha perdido su brillo al tocar esta tierra, aceptarás al dolor y al sufrimiento como la naturaleza misma de las cosas. Pero si crees que has sido arrojado al mundo para cumplir con la misión de humanizarlo, agradecerás a los que te precedieron y construyeron trabajosamente tu peldaño para continuar en el ascenso.
Nombrador de mil nombres, hacedor de sentido, transformador del mundo... tus padres y los padres de tus padres se continúan en ti. No eres un bólido que cae sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos. Eres el sentido del mundo y cuando aclaras tu sentido iluminas la Tierra. Cuando pierdes tu sentido la Tierra se oscurece y el abismo se abre.
Te diré cuál es el sentido de tu vida aquí: ¡humanizar la Tierra! ¿Qué es humanizar la Tierra? Es superar el dolor y el sufrimiento, es aprender sin límite, es amar la realidad que construyes.
No puedo pedirte que vayas más allá pero tampoco será ultrajante que yo afirme: “¡Ama la realidad que construyes y ni aun la muerte detendrá tu vuelo!”.
No cumplirás con tu misión si no pones tus fuerzas en vencer el dolor y el sufrimiento en aquellos que te rodean. Y si logras que ellos, a su vez, emprendan la tarea de humanizar al mundo, abrirás su destino hacia una vida nueva”.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Humanizar la Tierra”, Paisaje Interno: “Dolor, sufrimiento y sentido de la vida”
Silo, Obras Completas, “Habla Silo” – Arenga de la Curación del Sufrimiento.
Video Comentarios de Silo – Cap. 3: “El Mensaje” – www.silo.net .
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Tema de Estudio Nº 8
EL CAMBIO Y LA CRISIS
(En base a la Carta III, del Libro “Cartas a Mis Amigos”)
En esta época de gran cambio están en crisis los individuos, las instituciones y la sociedad. El cambio será cada vez más rápido y también las crisis individuales, institucionales y sociales. Esto anuncia perturbaciones que tal vez no sean asimiladas por amplios sectores humanos.
Las transformaciones que están ocurriendo toman direcciones inesperadas produciendo desorientación general respecto al futuro y a lo que se debe hacer en el presente. En realidad no es el cambio lo que nos perturba ya que en él observamos muchos aspectos positivos. Lo que nos inquieta es no saber en qué dirección va el cambio y hacia dónde orientar nuestra actividad.
El cambio está ocurriendo en la economía, en la tecnología y en la sociedad; sobre todo está operando en nuestras vidas: en nuestro medio familiar y laboral, en nuestras relaciones de amistad. Se están modificando nuestras ideas y lo que habíamos creído sobre el mundo, sobre las demás personas y sobre nosotros mismos. Muchas cosas nos estimulan pero otras nos confunden y paralizan. El comportamiento de los demás y el propio nos parece incoherente, contradictorio y sin dirección clara, tal como ocurre con los acontecimientos que nos rodean.
Por lo tanto, es fundamental dar dirección a ese cambio inevitable y no hay otra forma de hacerlo que empezando por uno mismo. En uno mismo debe darse dirección a estos cambios desordenados cuyo rumbo desconocemos.
Como los individuos no existen aislados, si realmente direccionan su vida modificarán la relación con otros en su familia, en su trabajo y en donde les toque actuar. Este no es un problema psicológico que se resuelve adentro de la cabeza de individuos aislados, sino que se resuelve cambiando la situación en que se vive con otros mediante un comportamiento coherente. Cuando celebramos éxitos o nos deprimimos por nuestros fracasos, cuando hacemos planes a futuro o nos proponemos introducir cambios en nuestra vida, olvidamos el punto fundamental: estamos en situación de relación con otros. No podemos explicar lo que nos ocurre, ni elegir, sin referencia a ciertas personas y a ciertos ámbitos sociales concretos. Esas personas que tienen especial importancia para nosotros y esos ámbitos sociales en los que vivimos nos ponen en una situación precisa desde la que pensamos, sentimos y actuamos. Negar esto o no tenerlo en cuenta crea enormes dificultades. Nuestra libertad de elección y acción está delimitada por la situación en que vivimos. Cualquier cambio que deseemos operar no puede ser planteado en abstracto sino con referencia a la situación en que vivimos.
El comportamiento coherente
Si pudiéramos pensar, sentir y actuar en la misma dirección, si lo que hacemos no nos creara contradicción con lo que sentimos, diríamos que nuestra vida tiene coherencia. Seríamos confiables ante nosotros mismos, aunque no necesariamente confiables para nuestro medio inmediato. Deberíamos lograr esa misma coherencia en la relación con otros tratando a los demás como quisiéramos ser tratados. Sabemos que puede existir una especie de coherencia destructiva como observamos en los racistas, los explotadores, los
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fanáticos y los violentos, pero está clara su incoherencia en la relación porque tratan a otros de un modo muy distinto al que desean para sí mismos. Esa unidad de pensamiento, sentimiento y acción, esa unidad en el trato que se pide con el trato que se da, son ideales que no se realizan en la vida diaria. Este es el punto. Se trata de un ajuste de conductas a esas propuestas, se trata de valores que tomados con seriedad direccionan la vida independientemente de las dificultades que se enfrenten para realizarlos. Si observamos bien las cosas, no estáticamente sino en dinámica, comprenderemos esto como una estrategia que debe ir ganando terreno a medida que pase el tiempo. Aquí sí valen las intenciones aunque las acciones no coincidan al comienzo con ellas, sobre todo si aquellas intenciones son sostenidas, perfeccionadas y ampliadas. Esas imágenes de lo que se desea lograr son referencias firmes que dan dirección en toda situación. Y esto que decimos no es tan complicado. No nos sorprende, por ejemplo, que una persona oriente su vida para lograr una gran fortuna; sin embargo, puede saber por anticipado que no lo logrará. De todas maneras, su ideal la impulsa aunque no tenga resultados relevantes. ¿Por qué, entonces, no se puede entender que aunque la época sea adversa al trato que se pide con el trato que se da, aunque sea adversa a pensar, sentir y actuar en la misma dirección, esos ideales de vida pueden dar dirección a las acciones humanas?
Las dos propuestas
Pensar, sentir y actuar en la misma dirección, y tratar a otros como uno desea ser tratado, son dos propuestas tan sencillas que pueden ser entendidas como simples ingenuidades por gente habituada a las complicaciones. Sin embargo, tras esa aparente candidez hay una nueva escala de valores en cuyo punto más alto se pone la coherencia; una nueva moral para la que no es indiferente cualquier tipo de acción; una nueva aspiración que implica ser consecuentes en el esfuerzo por dar dirección a los acontecimientos humanos. Tras esa aparente candidez se apuesta por el sentido de la vida personal y social que será verdaderamente evolutivo o marchará a la desintegración. No podemos ya confiar en que viejos valores den cohesión a las personas en un tejido social que día a día se deteriora por la desconfianza, el aislamiento y el individualismo crecientes. La antigua solidaridad entre los miembros de clases, asociaciones, instituciones y grupos va siendo reemplazada por la competencia salvaje a la que no escapa la pareja ni la hermandad familiar. En este proceso de demolición no se elevará una nueva solidaridad sobre la base de ideas y comportamientos de un mundo que se fue, sino gracias a la necesidad concreta de cada uno por direccionar su vida, para lo cual tendrá que modificar a su propio medio. Esa modificación, si es verdadera y profunda, no puede ponerse en marcha por imposiciones, por leyes externas o por fanatismos de cualquier tipo, sino por el poder de la opinión y de la acción mínima conjunta entre las personas que forman parte del medio en que uno vive.
Llegar a toda la sociedad a partir del medio inmediato
Sabemos que al cambiar positivamente nuestra situación estaremos influyendo en nuestro medio y otras personas compartirán este punto de vista dando lugar a un sistema de relaciones humanas en crecimiento. Tendremos que preguntarnos: ¿por qué deberíamos ir más allá de donde empezamos? Sencillamente por coherencia con la propuesta de tratar a otros como queremos que nos traten. ¿O acaso no llevaríamos a los demás algo que ha resultado fundamental para nuestra vida? Si la influencia comienza a desarrollarse es porque las relaciones, y por tanto los componentes de nuestro medio, se han ampliado. Esta es una cuestión que deberíamos tener en cuenta desde el comienzo porque aun cuando nuestra acción empieza aplicándose en un punto reducido, la proyección de esa influencia puede
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llegar muy lejos. No tiene nada de extraño pensar que otras personas decidan sumarse en la misma dirección. Después de todo, los grandes movimientos históricos han seguido el mismo camino: comenzaron pequeños, como es lógico, y se desarrollaron gracias a que la gente los consideró intérpretes de sus necesidades e inquietudes. Actuar en el medio inmediato, pero con la mirada puesta en el progreso de la sociedad es coherente con todo lo dicho. De otro modo, ¿para qué haríamos referencia a una crisis global que debe ser enfrentada resueltamente si todo terminara en individuos aislados para quienes los demás no tienen importancia? Por necesidad de la gente que coincida en dar una nueva dirección a su vida y a los acontecimientos, surgirán ámbitos de discusión y comunicación directa. Más adelante, la difusión a través de todos los medios permitirá ampliar la superficie de contacto. Otro tanto ocurrirá con la creación de organismos e instituciones compatibles con este planteamiento.
El medio en que se vive
Ya hemos comentado que es tan veloz y tan inesperado el cambio, que este impacto se está recibiendo como crisis en la que se debaten sociedades enteras, instituciones e individuos. Por ello es imprescindible dar dirección a los acontecimientos. Sin embargo, ¿cómo podría uno hacerlo sometido como está a la acción de sucesos mayores? Es evidente que uno puede direccionar solo aspectos inmediatos de su vida y no el funcionamiento de las instituciones ni de la sociedad. Por otra parte, pretender dar dirección a la propia vida no es cosa fácil ya que cada cual vive en situación, no vive aislado, vive en un medio. A este medio podemos verlo tan amplio como el Universo, la Tierra, el país, el estado o provincia, etc. Sin embargo, hay un medio inmediato que es donde desarrollamos nuestras actividades. Tal medio es familiar, laboral, de amistades, etc. Vivimos en situación con referencia a otras personas y ese es nuestro mundo particular del que no podemos prescindir. Él actúa sobre nosotros y nosotros sobre él de un modo directo. Si tenemos alguna influencia, es sobre ese medio inmediato. Pero ocurre que tanto la influencia que ejercemos como la que recibimos están afectadas, a su vez, por situaciones más generales, por la crisis y la desorientación.
La coherencia como dirección de vida
Si se quisiera dar alguna dirección a los acontecimientos habría que empezar por la propia vida y, para hacerlo, tendríamos que tener en cuenta al medio en el que actuamos. Ahora bien, ¿a qué dirección podemos aspirar? Sin duda a la que nos proporcione coherencia y apoyo en un medio tan cambiante e imprevisible. Pensar, sentir y actuar en la misma dirección es una propuesta de coherencia en la vida. Sin embargo, esto no es fácil porque nos encontramos en una situación que no hemos elegido completamente. Estamos haciendo cosas que necesitamos aunque en gran desacuerdo con lo que pensamos y sentimos. Estamos puestos en situaciones que no gobernamos. Actuar con coherencia más que un hecho es una intención, una tendencia que podemos tener presente de manera que nuestra vida se vaya direccionando hacia ese tipo de comportamiento. Es claro que únicamente influyendo en ese medio podremos cambiar parte de nuestra situación. Al hacerlo, estaremos direccionando la relación con otros y otros compartirán tal conducta. Si a lo anterior se objeta que algunas personas cambian de medio con cierta frecuencia en razón de su trabajo o por otros motivos, responderemos que eso no modifica en nada lo planteado ya que siempre se estará en situación, siempre se estará en un medio dado. Si pretendemos coherencia, el trato que demos a los demás tendrá que ser del mismo género que el trato que exigimos para nosotros. Así, en estas dos propuestas encontramos los elementos básicos de dirección hasta donde llegan nuestras fuerzas. La coherencia avanza en tanto avance el pensar, sentir y actuar en la misma dirección. Esta coherencia se extiende a otros, porque no hay otra
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manera de hacerlo, y al extenderse a otros comenzamos a tratarlos del modo que quisiéramos ser tratados. Coherencia y solidaridad son direcciones, aspiraciones de conductas a lograr.
La proporción de las acciones como avance hacia la coherencia
¿Cómo avanzar en dirección coherente? En primer término, necesitaremos una cierta proporción en lo que hacemos cotidianamente. Es necesario establecer cuáles son las cuestiones más importantes en nuestra actividad. Debemos priorizar lo fundamental para que las cosas funcionen, luego lo secundario, y así siguiendo. Posiblemente con atender a dos o tres prioridades tengamos un buen cuadro de situación. Las prioridades no pueden invertirse, no pueden tampoco separarse tanto que se desequilibre nuestra situación. Las cosas deben ir en conjunto, no aisladamente, evitando que unas se adelanten y otras se atrasen. Frecuentemente nos cegamos por la importancia de una actividad y, de esta suerte, se nos desequilibra el conjunto... al final lo que considerábamos tan importante tampoco puede realizarse porque nuestra situación general ha quedado afectada. También es cierto que a veces se presentan asuntos de urgencia a los que debemos abocarnos, pero es claro que no se puede vivir postergando otros que hacen al cuidado de la situación general en que vivimos. Establecer prioridades y llevar la actividad en proporción adecuada es un avance evidente en dirección a la coherencia.
La oportunidad de las acciones como avance hacia la coherencia
Existe una rutina cotidiana dada por los horarios, los cuidados personales y el funcionamiento de nuestro medio. Sin embargo, dentro de esas pautas hay una dinámica y riqueza de acontecimientos que las personas superficiales no saben apreciar. Hay quienes confunden su vida con sus rutinas pero esto no es así en absoluto ya que muy frecuentemente deben elegir dentro de las condiciones que les impone el medio. Por cierto, vivimos entre inconvenientes y contradicciones pero convendrá no confundir ambos términos. Entendemos por “inconvenientes” a las molestias e impedimentos que afrontamos. No son enormemente graves, pero desde luego que si son numerosos y repetidos acrecientan nuestra irritación y fatiga. Por cierto, estamos en condiciones de superarlos. No determinan la dirección de nuestra vida ni impiden que llevemos adelante un proyecto, son obstáculos en el camino que van desde la menor dificultad física a problemas en los que estamos a punto de perder el rumbo. Los inconvenientes admiten una gradación importante pero se mantienen en un límite que no impide avanzar. Algo distinto ocurre con lo que llamamos “contradicciones”. Cuando nuestro proyecto no puede ser realizado, cuando los acontecimientos nos lanzan en una dirección opuesta a la deseada, cuando nos encontramos en un círculo vicioso que no podemos romper, cuando no podemos direccionar mínimamente a nuestra vida, estamos tomados por la contradicción. La contradicción es una suerte de inversión en la correntada de la vida que nos lleva a retroceder sin esperanza. Estamos describiendo el caso en que la incoherencia se presenta con mayor crudeza. En la contradicción se opone lo que pensamos, lo que sentimos y hacemos. A pesar de todo siempre hay posibilidad de direccionar la vida, pero es necesario saber cuándo hacerlo. La oportunidad de las acciones es algo que no tenemos en cuenta en la rutina cotidiana y esto es así porque muchas cosas están codificadas. Pero en referencia a los inconvenientes importantes y a las contradicciones, las decisiones que tomamos no pueden estar expuestas a la catástrofe. En términos generales, debemos retroceder ante una gran fuerza y avanzar con resolución cuando esa fuerza se debilite. Hay una gran diferencia entre el temeroso que retrocede o se inmoviliza ante cualquier inconveniente y el que actúa sobreponiéndose a las
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dificultades sabiendo que, precisamente, avanzando puede sortearlas. Ocurre, a veces, que no es posible avanzar porque se levanta un problema superior a nuestras fuerzas y arremeter sin cálculo nos lleva al desastre. El gran problema que enfrentemos será también dinámico y la relación de fuerzas cambiará, o porque vamos creciendo en influencia, o porque su influencia disminuye. Rota la relación anterior es el momento de proceder con resolución ya que una indecisión o una postergación hará que nuevamente se modifiquen los factores. La ejecución de la acción oportuna es la mejor herramienta para producir cambios de dirección.
La adaptación creciente como avance hacia la coherencia
Consideremos el tema de la dirección, de la coherencia que queremos lograr. Adaptarnos a ciertas situaciones tendrá que ver con esa propuesta porque adaptarnos a lo que nos lleva en dirección opuesta a la coherencia es una gran incoherencia. Los oportunistas padecen de una gran miopía respecto a este tema. Ellos consideran que la mejor forma de vivir es la aceptación de todo, es la adaptación a todo; piensan que aceptar todo siempre que provenga de quienes tienen poder, es una gran adaptación, pero es claro que su vida dependiente está muy lejos de lo que entendemos por coherencia. Distinguimos entre la desadaptación que nos impide ampliar nuestra influencia, la adaptación decreciente que nos deja en la aceptación de las condiciones establecidas y la adaptación creciente que hace crecer nuestra influencia en dirección a las propuestas que hemos venido comentando.
Sinteticemos lo dicho:
1.- Hay un cambio veloz en el mundo, motorizado por la revolución tecnológica, que está chocando con las estructuras establecidas y con la formación y los hábitos de vida de las sociedades y los individuos. 2.- Este desfasaje genera crisis progresivas en todos los campos y no hay por qué suponer que va a detenerse sino, inversamente, tenderá a incrementarse. 3.- Lo inesperado de los acontecimientos impide prever qué dirección tomarán los hechos, las personas que nos rodean y, en definitiva, nuestra propia vida. 4.- Muchas de las cosas que pensábamos y creíamos ya no nos sirven. Tampoco están a la vista soluciones que provengan de una sociedad, unas instituciones y unos individuos que padecen el mismo mal. 5.- Si decidimos trabajar para hacer frente a estos problemas tendremos que dar dirección a nuestra vida buscando coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Como no estamos aislados esa coherencia tendrá que llegar a la relación con otros, tratándolos del modo que queremos para nosotros. Estas dos propuestas no pueden ser cumplidas rigurosamente, pero constituyen la dirección que necesitamos sobre todo si las tomamos como referencias permanentes y profundizamos en ellas. 6.- Vivimos en relación inmediata con otros y es en ese medio donde hemos de actuar para dar dirección favorable a nuestra situación. Esta no es una cuestión psicológica, una cuestión que pueda arreglarse en la cabeza aislada de los individuos, este es un tema relacionado con la situación en que se vive. 7.- Siendo consecuentes con las propuestas que tratamos de llevar adelante, llegaremos a la conclusión que lo positivo para nosotros y nuestro medio inmediato debe ser ampliado a toda la sociedad. Junto a otros que coinciden en la misma dirección aplicaremos los medios más adecuados para que una nueva solidaridad encuentre su rumbo. Por ello, aun actuando tan específicamente en nuestro medio inmediato, no perderemos de vista una situación global que afecta a todos los seres humanos y que requiere de nuestra ayuda así como nosotros necesitamos la ayuda de los demás. 8.- Los cambios inesperados nos llevan a plantear seriamente la necesidad de direccionar nuestra vida. 9.- La coherencia no empieza y termina en uno sino que está relacionada con un
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medio, con otras personas. La solidaridad es un aspecto de la coherencia personal. 10.- La proporción en las acciones consiste en establecer prioridades de vida y operar en base a ellas evitando que se desequilibren. 11.- La oportunidad del accionar tiene en cuenta retroceder ante una gran fuerza y avanzar con resolución cuando ésta se debilita. Esta idea es importante a los efectos de producir cambios en la dirección de la vida si estamos sometidos a la contradicción. 12.- Es tan inconveniente la desadaptación en un medio sobre el que no podemos cambiar nada, como la adaptación decreciente en la que nos limitamos a aceptar las condiciones establecidas. La adaptación creciente consiste en el aumento de nuestra influencia en el medio y en dirección coherente.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Cartas a mis Amigos”, Tercera carta a mis amigos. 35
Tema de Estudio Nº 9
LAS VIRTUDES
En el momento actual, en la vida social y personal, se tiende a enfatizar en las dificultades y en lo negativo de uno mismo y de las personas que se relacionan con uno.
Esta visión degradatoria de uno mismo genera una actitud, una forma de sentir y de vivir muy particular, cuyo resultado a corto o mediano plazo resultará negativo.
No negamos que exista un gran número de dificultades a las que nos enfrentamos día a día. Pero es muy importante reconocer que esta manera de enfrentarlas es consecuencia de un sistema inhumano que hoy se impone, que tiende a negativizar a las personas.
Podemos repetir mecánicamente esta actitud o descubrir y fortalecer un modo de vivir, de pensar y de sentir distinto, que se apoye en lo más interesante de cada uno. Que se apoye en las propias virtudes.
Entendemos por virtud toda actitud que llevada a la acción nos pone en acuerdo con nosotros mismos, independientemente de nuestra habilidad para realizarla, dejándonos un registro de profunda paz.
Si recordamos estas situaciones posiblemente no sólo estarán ligadas a ciertas acciones, sino a un modo de llevarlas a cabo en el que actuamos desde lo mejor de cada uno.
Si reconocemos estas actitudes, si logramos teñir nuestro diario accionar con este modo de hacer las cosas, reconoceremos no sólo nuestras virtudes, sino también las de los demás, y seguramente podremos saltar por encima de las dificultades, modificar situaciones y así alcanzar los objetivos de vida propuestos.
En todo caso, el realizar un listado de las propias virtudes (sean estas actitudes, modos de comportamiento, habilidades, actividades, etc.) y luego imaginar cómo se podrían potenciar al máximo en su aplicación en el mundo, resulta un trabajo de suma importancia para la propia vida y para la de los demás.
Este modo de hacer y sentir las cosas, esta postura frente a la vida basada en las propias virtudes debería ponerse en marcha desde ahora. Es la actitud que permite resolver dificultades, avanzar y construir en una dirección de vida coherente y positiva.
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Tema de Estudio Nº 10
LA VERDADERA SOLIDARIDAD
Consideremos estas ideas: “Donde hay sufrimiento y puedo hacer algo para aliviarlo, tomo la iniciativa. Donde no puedo hacer nada, sigo mi camino alegremente”.
Semejantes ideas parecen prácticas, pero nos dejan el sabor de falta de solidaridad. ¿Cómo seguir adelante alegremente dejando atrás el sufrimiento, desentendiéndonos del pesar ajeno?
Veamos un ejemplo. En medio de la acera, un hombre cae en violentas convulsiones. Los transeúntes se arremolinan, dando instrucciones contradictorias y creando alrededor del enfermo un cerco asfixiante. Muchos se preocupan, pero no son efectivos. Tal vez quien llama urgentemente al médico, o aquel otro que pone a raya a los curiosos para evitar el apiñamiento, sean los más cuerdos. Yo puedo ser uno de los que han tomado la iniciativa o tal vez un tercero que logra algo positivo y práctico en tal situación. Pero si actúo por simple solidaridad creando confusión u obstaculizando a los que pueden hacer algo práctico, no ayudo sino que perjudico.
Lo anterior es comprensible, pero ¿qué quiere decir: “…Donde no puedo hacer nada, sigo mi camino alegremente”? No quiere decir que estoy muy contento por lo que sucedió. Quiere decir que mi dirección no debe ser entorpecida por lo inevitable; quiere decir que no debo sumar problemas a los problemas; quiere decir que debo positivizar el futuro, ya que lo opuesto no es bueno para otros ni para mí.
Hay personas que con una mal entendida solidaridad negativizan a quienes quieren ayudar y se perjudican ellas mismas. Esas son restas a la solidaridad, porque la energía perdida en ese comportamiento debería haberse aplicado en otra dirección, en otras personas, en otras gentes, en otras situaciones en las que efectivamente hubiera obtenido resultados prácticos. Cuando hablamos de resultados prácticos, no nos referimos solamente a lo brutalmente material, porque hasta una sonrisa o una palabra de aliento pueden ser útiles si existe una posibilidad de que ayuden.
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III – TEMAS SOBRE LA NO-VIOLENCIA
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Tema de Estudio Nº 11
LAS DIFERENTES FORMAS DE VIOLENCIA
La violencia es una metodología de acción.
Así, Silo, en el diccionario del Nuevo Humanismo, define la violencia como: “...Es el más simple, frecuente y eficaz modo para mantenerse en el poder y la supremacía, para imponer la propia voluntad a otros, para usurpar el poder, la propiedad y aun las vidas ajenas..”, para más adelante expresar:
“..La violencia ha penetrado en todos los aspectos de la vida: se manifiesta constante y cotidianamente en la economía (explotación del hombre por el hombre, coacción del Estado, dependencia material, discriminación del trabajo de la mujer, trabajo infantil, imposiciones injustas, etc.), en la política (el dominio de uno o varios partidos, el poder del jefe, el totalitarismo, la exclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones, la guerra, la revolución, la luchas armada por el poder, etc.), en la ideología (implantación de criterios oficiales, prohibición del libre pensamiento, subordinación de los medios de comunicación, manipulación de la opinión pública, propaganda de conceptos de trasfondo violento y discriminador que resultan cómodos a la élite gobernante, etc.), en la religión (sometimiento de los intereses del individuo a los requerimientos clericales, control severo del pensamiento, prohibición de otras creencias y persecución de herejes), en la familia (explotación de la mujer, dictado sobre los hijos, etc.), en la enseñanza (autoritarismos de maestros, castigos corporales, prohibición de programas libres de enseñanza, etc.), en el ejército (voluntarismo de jefes, obediencia irreflexiva de soldados, castigos, etc.), en la cultura (censuras, exclusión de corrientes innovadoras, prohibición de editar obras, dictados de la burocracia, etc.).
“Cuando se habla de violencia, generalmente se hace alusión a la violencia física, por ser ésta la expresión más evidente de la agresión corporal. Otras formas como la violencia económica, racial, religiosa, sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter desembocando, en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas. Cuando éstas se ponen de manifiesto, se ejercen también por coacción física.”
Cotidianamente podemos reconocer que la mayoría de estas formas de violencia que se mencionan se ejercen de forma solapada, por lo que difícilmente son identificadas por las poblaciones como tal.
Observamos que todos los hechos de violencia física encuentran su origen en esas otras formas de violencia. En definitiva, éstas son el germen que termina disparando respuestas de violencia física.
Y cuando esta respuesta “visible” llega, se suelen intentar acciones para revertirla, sin advertir que ésta es solo la consecuencia, el último eslabón de una cadena de otras violencias que pasan inadvertidas para todos menos para quien la padece.
Y esa respuesta puede provenir del poderoso ejerciéndola sobre aquel que se rebela y a quien ya no puede disciplinar, o bien se expresa como reacción ejercida por aquel que ha padecido violencias de todo tipo.
La violencia económica, por ejemplo, ejercida por los gobiernos sobre las poblaciones, generalmente sobre las capas más desposeídas, no muestra su verdadero rostro desde el inicio. Los gobernantes más bien la disfrazan ya que necesitan captar la “confianza” y los votos de los pueblos, y éstos no advierten el germen de la violencia que ya está instalado.
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Recién cuando cunde la desesperación por la pérdida de puestos de trabajo, se restringe el acceso a la salud, a la educación, empiezan a crecer la marginación, el trabajo infantil, la deserción escolar, por mencionar sólo algunas, recién ahí las poblaciones reaccionan y los poderes “disciplinan” todo intento de repudio con represión.
Los poderes establecidos siempre tienen recursos para utilizar en el interior de los países o desde afuera para amenazar y extorsionar ante el mínimo intento de “desobediencia”. Amenaza de invasión y de guerra para imponer condiciones.
Así la cadena de violencia que se inicia en un lugar sobre un sector o sobre un pueblo, no encuentra límite en su despliegue en el afán de concentración de poder político y económico. Si a esto le sumamos el ingrediente de que el poder económico a nivel mundial se apoya en uno de los negocios más rentables como es la fabricación de armamentos, el panorama está completo.
Recién entonces se advierte la violencia que ya estaba en el origen mismo de este proceso.
Recién ahí se comprende que la violencia física desatada tiene su origen en la violencia económica ejercida desde el poder.
Sin embargo a esta altura, las nefastas consecuencias de la violencia física que se desata ya no tienen remedio, son imparables.
También en el Diccionario del Nuevo Humanismo se expresa que “Una tarea especial de las fuerzas auténticamente humanistas consiste en superar los rasgos agresivos de la vida social: propiciar la armonía, la no–violencia, la tolerancia y la solidaridad”.
Existe una actitud de rechazo generalizado por la violencia.
Sin embargo, nos preguntamos dónde está esa sociedad hastiada de violencia, cuando en cada semáforo ve un desfile de niños y adolescentes pidiendo limosna, sabiendo que están a merced de cualquier ofrecimiento que se les haga a cambio de una moneda.
Y en qué lugar de su justificada moral pone la imagen de tanto niño que ve a diario, revolviendo basura, comiendo basura, juntando cartones, explotados y abusados desde todo punto de vista.
Dónde está la sensibilidad de esa sociedad que no la mueve a la más mínima reacción por la promoción de políticas que cambien la situación para esos niños.
Cómo no se advierte que justamente ahí se está generando un caldo de cultivo para desatar un proceso de violencia de consecuencias impredecibles, para ellos y para el resto de la sociedad.
Y si se advierte, cómo es que no se organiza la sociedad para exigir un drástico cambio de condiciones como imperativo para acabar con la violencia.
Las campañas y acciones contra la violencia hacia el medio ambiente y los animales han ganado más adeptos que una acción combinada para desterrar la violencia sobre el ser humano.
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De hecho no hay marchas masivas en las que se comprometa toda la sociedad indiscrimina damente para exigir que se efectivicen los derechos de la niñez, o de repudio a la explotación infantil -tan a la vista de todos-, o por igualdad de oportunidades para los jóvenes o contra el negocio de la droga.
Mientras tanto, los ciudadanos sensibles exhiben orgullosamente la organización de cadenas humanas por la defensa de los “derechos de las ballenas”.
Seguramente si la sociedad en su conjunto advirtiera esa multiplicidad de formas de violencia que se van entramando afectando amplias capas de la población y bregara de modo contundente y decidido por su desarticulación, estaría operando no ya sobre las consecuencias sino sobre las causas de la violencia, evitando así males irremediables.
Si queremos operar sobre los factores que generan violencia tenemos que advertir que cuando se produce un hecho de violencia física ya es tarde, ya se desató ese proceso que se produce al interior de las personas, creado seguramente desde fuera, y que deja al verdadero responsable impune.
El paso previo es el reconocimiento de ese germen que también podemos reconocer en cada uno de nosotros, y que es factible desarticular evitando una situación de consecuencias no queridas.
Necesitamos detenernos un momento, observar las injusticias sociales y considerar que semejante violencia necesariamente tendrá derivaciones catastróficas: desbordes sociales, reclamos masivos, con un alto componente de violencia (impotencia) y seguramente correspondida con una represión brutal.
Tenemos derecho a vivir sin violencia, sin padecer y sin que otros la padezcan para lograr el ideal de paz.
Esto requiere de una acción combinada de la comunidad internacional, de cada gobierno e cada pueblo y de cada persona. Silo ha dicho, en tal sentido, la acción que corresponde a cada uno:
“Algo hay que hacer”, se escucha en todas partes. Pues bien, yo diré qué hay que hacer.
Yo digo que en el orden internacional todos los que están invadiendo territorios deberían retirarse de inmediato y acatar las resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas.
“Digo que en el orden interno de las naciones se debería trabajar por hacer funcionar la ley y la justicia por imperfectas que sean, antes que endurecer leyes y disposiciones represivas que caerán en las mismas manos de los que entorpecen la ley y la justicia.
Digo que en el orden doméstico la gente debería cumplir lo que predica saliendo de su retórica hipócrita que envenena a las nuevas generaciones.
Digo que en el orden personal cada cual debería esforzarse por lograr que coincidiera lo que se piensa con lo que se siente y lo que se hace, modelando una vida coherente y escapando a la contradicción que genera violencia” (Punta de Vacas, 4 de mayo de 2004).
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen II, “Diccionario del Nuevo Humanismo”
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Tema de Estudio Nº 12
LA VIOLENCIA, EL ESTADO Y LA CONCENTRACIÓN DEL PODER (En base a la Carta IV, del Libro “Cartas a Mis Amigos”)
El ser humano, por su apertura y libertad para elegir entre situaciones, diferir respuestas e imaginar su futuro, puede también negarse a sí mismo, negar aspectos del cuerpo, negarlo completamente como en el suicidio, o negar a otros. Esta libertad ha permitido que algunos se apropien ilegítimamente del todo social; es decir, que nieguen la libertad y la intencionalidad de otros, reduciéndolos a prótesis, a instrumentos de sus intenciones. Allí está la esencia de la discriminación, siendo su metodología la violencia física, económica, racial y religiosa. La violencia puede instaurarse y perpetuarse gracias al manejo del aparato de regulación y control social, esto es: el Estado. En consecuencia, la organización social requiere un tipo avanzado de coordinación a salvo de toda concentración de poder, sea ésta privada o estatal. Cuando se pretende que la privatización de todas las áreas económicas pone a la sociedad a salvo del poder estatal se oculta que el verdadero problema está en el monopolio u oligopolio que traslada el poder de manos estatales a manos de un Paraestado manejado no ya por una minoría burocrática sino por la minoría particular que aumenta el proceso de concentración.
Las diversas estructuras sociales, desde las más primitivas a las más complejas, tienden a la concentración progresiva hasta que se inmovilizan y comienza su etapa de disolución, de la que arrancan nuevos procesos de reorganización en un nivel más alto que el anterior. Desde el comienzo de la historia, la sociedad apunta hacia la mundialización y así se llegará a una época de máxima concentración de poder arbitrario con características de imperio mundial ya sin posibilidades de mayor expansión. El colapso del sistema global ocurrirá por la lógica de la dinámica estructural de todo sistema cerrado en el que necesariamente tiende a aumentar el desorden. Pero así como el proceso de las estructuras tiende a la mundialización, el proceso de humanización tiende a la apertura del ser humano, a la superación del Estado y del Paraestado; tiende a la descentralización y la desconcentración a favor de una coordinación superior entre particularidades sociales autónomas. Que todo termine en un caos y un reinicio de la civilización, o comience una etapa de humanización progresiva ya no dependerá de inexorables designios mecánicos sino de la intención de los individuos y los pueblos, de su compromiso con el cambio del mundo y de una ética de la libertad que por definición no podrá ser impuesta. Y se habrá de aspirar no ya a una democracia formal manejada como hasta ahora por los intereses de las facciones, sino a una democracia real en la que la participación directa pueda realizarse instantáneamente gracias a la tecnología de comunicación, hoy por hoy en condiciones de hacerlo.
El proceso humano
Necesariamente, aquellos que han reducido la humanidad de otros han provocado con eso nuevo dolor y sufrimiento reiniciándose en el seno de la sociedad la antigua lucha contra la adversidad natural, pero ahora entre aquellos que quieren “naturalizar” a otros, a la sociedad y a la Historia y, por otra parte, los oprimidos que necesitan humanizarse humanizando al mundo. Por esto, humanizar es salir de la objetivación para afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita
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toda revolución y todo cambio. Por consiguiente, no basta con la presión de condiciones opresivas para que se ponga en marcha el cambio, sino que es necesario advertir que tal cambio es posible y depende de la acción humana. Esta lucha no es entre fuerzas mecánicas, no es un reflejo natural, es una lucha entre intenciones humanas. Y esto es precisamente lo que nos permite hablar de opresores y oprimidos, de justos e injustos, de héroes y cobardes. Es lo único que permite practicar con sentido la solidaridad social y el compromiso con la liberación de los discriminados sean éstos mayorías o minorías.
En fin, consideraciones más detalladas en torno a la violencia, el Estado, las instituciones, la ley y la religión, aparecen en el trabajo titulado El Paisaje Humano, incluido en el libro Humanizar la Tierra al cual remito para no exceder los límites de esta carta.
En cuanto al sentido de los actos humanos, no creo que se trate de convulsiones sin significado, ni de “pasiones inútiles” que concluyan en el absurdo de la disolución. Creo que el destino de la humanidad está orientado por la intención que, haciéndose cada vez más consciente en los pueblos, se abre paso en dirección a una nación humana universal. De lo comentado anteriormente surge con evidencia que la existencia humana no comienza y termina en un círculo vicioso de encerramiento y que una vida que aspire a la coherencia debe abrirse ampliando su influencia hacia personas y ámbitos promoviendo no solamente una concepción o unas ideas, sino acciones precisas que amplíen crecientemente la libertad.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Cartas a mis amigos”: Cuarta carta a mis amigos. 43
Tema de Estudio Nº 13
LA NO-VIOLENCIA ACTIVA
La no-violencia es una actitud frente a la vida cuya característica fundamental es el rechazo y el repudio a todas las formas de violencia.
Su metodología de acción es la no-violencia activa.
Esta metodología impulsa una profunda transformación de las condiciones sociales que generan sufrimiento y violencia sobre los seres humanos.
Los antecedentes históricos más conocidos encuentran a las figuras de León Tolstoi, M. K. Gandhi y Martin Luther King, como precursores ejemplares y más conocidos de la lucha no violenta frente a la violencia instituida.
Hoy mismo son miles los ejemplos cotidianos de acción no-violenta que se llevan a cabo en todo el mundo, en los diferentes niveles de la acción social, donde individuos, instituciones y organizaciones trabajan cotidianamente con el objetivo de denunciar y erradicar diferentes expresiones de violencia en la sociedad e impulsar la paz.
La no-violencia, en cuanto metodología de acción personal y social, promueve acciones concretas a fin de crear conciencia del problema de la violencia, de sus verdaderas raíces, de sus diferentes formas de manifestación como violencia física, racial, económica, religiosa, psicológica y moral, a la vez que impulsa acciones ejemplares que tiendan a erradicar las prácticas violentas de la faz de la Tierra.
Algunas de sus herramientas principales de acción personal y social son: - El rechazo y el vacío a las diferentes formas de discriminación y violencia. - La no-colaboración con las prácticas violentas.
- La denuncia de todos los hechos de discriminación y violencia.
- La desobediencia civil frente a la violencia institucionalizada.
- La organización y movilización social en base al trabajo voluntario y a la acción solidaria de quienes la impulsan.
La no-violencia organizada, unida y movilizada constituye la única fuerza capaz de modificar la dirección violenta e inhumana de los peligrosos acontecimientos en el mundo actual.
La peligrosidad de la situación mundial actual y las posibles consecuencias en un futuro inmediato sostienen la urgente necesidad de reclamar y exigir la puesta en marcha de acciones concretas e inmediatas.
Algunas de ellas son:
1. El desarme nuclear inmediato que ponga freno al peligro desatado por la nueva carrera de armamentos nucleares, mediante el desmantelamiento de los arsenales bajo supervisión de las Naciones Unidas.
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2. El retiro inmediato de las tropas de los territorios ocupados y el acatamiento de las resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas.
3. El avance inmediato en la presentación de propuestas regionales que incluyan el desarme progresivo de las regiones y el reemplazo de los ejércitos para la guerra, en fuerzas regionales de paz que colaboren en situaciones de catástrofes y en la solución de problemas básicos de las poblaciones.
4. Avanzar en forma inmediata hacia una legislación internacional que declare la ilegalidad de las armas nucleares, y que su desarrollo y uso queden incluidos entre los crímenes de lesa humanidad.
5. Exigir como medida urgente el re-direccionamiento de los fondos públicos nacionales e internacionales hacia el desarrollo de campañas que tengan como objetivo prioritario la erradicación de los terribles e inhumanos problemas de hambre, salud y educación que hoy afecta a vastas zonas del planeta y generan cientos de miles de muertes a diario.
6. Promover una acción sostenida desde individuos y organizaciones de todo tipo y nivel, en el campo social, político y cultural, con el fin de crear conciencia de la peligrosa situación actual y con el fin de impulsar acciones ejemplares en la dirección de una “cultura de la paz y la no-violencia”.
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IV – TEMAS DE LA PSICOLOGÍA HUMANISTA
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Tema de Estudio Nº 14
PSICOLOGÍA HUMANISTA (PARTE I): EL PSIQUISMO
(En base al capitulo Psicología I, del libro Apuntes de Psicología.)
El psiquismo como función de la vida
La vida desde sus comienzos se ha manifestado en numerosas formas. Muchas son las especies que han desaparecido por no adaptarse al medio, a las nuevas circunstancias. Los seres vivos tienen necesidades que van a satisfacer en su medio ambiente. Esta situación en el medio ecológico se da en continuo movimiento y cambio. La relación es inestable y desequilibrada, provocando en el organismo respuestas que tienden a compensar ese desequilibrio y así poder mantener la estructura, que de otro modo desaparecería bruscamente. Así, vemos a la naturaleza viviente desplegarse con variedad de formas en un medio ambiente de numerosas características, distintas y cambiantes, y en su base mecanismos simples de compensación frente al desequilibrio que hace peligrar la permanencia de la estructura.
La adaptación al cambio externo implica también un cambio interno en el organismo para su supervivencia. Cuando este cambio interno no se produce en los seres vivos, estos van desapareciendo y la vida elige otras vías para seguir su expansión creciente. Siempre en lo vital estará presente el mecanismo de responder compensatoriamente al desequilibrio, que según el desarrollo de cada especie, tendrá mayor o menor complejidad. Esta tarea de compensar al medio externo, y también a las carencias internas, se va a comprender como adaptación (y específicamente como adaptación creciente), como única manera de permanecer en la dinámica de la inestabilidad en movimiento.
La vida animal, particularmente, se va a desarrollar según funciones de nutrición, reproducción y locomoción (desde luego que también en la vida vegetal y aun en los seres unicelulares existen estas funciones), pero claramente en los animales estas funciones relacionan constantemente el organismo con su medio manteniendo la estabilidad interna de la estructura, lo que se va a expresar más especializadamente como tendencias vegetativas, como “instintos” de conservación y de reproducción. El primero mantiene la estructura individual y el segundo de la especie. En esta preparación de los organismos para conservarse como individuos y perpetuarse como especie se expresa la inercia (diríamos la “memoria”), que tiende a asegurar la permanencia y continuidad a pesar de las variaciones.
En los animales, las funciones de nutrición y reproducción van a necesitar de la locomoción para poder desenvolverse. Esta permite el desplazamiento en el espacio para la consecución de alimentos; internamente hay también una movilidad, un transporte de sustancias para ser asimiladas por los organismos. La reproducción va a ser interna en el individuo y externa en la multiplicación de individuos. La primera se verifica como generación y regeneración de tejidos, la segunda, como producción de individuos dentro de la misma especie. Ambas van a hacer uso de la locomoción para cumplir su cometido.
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La tendencia hacia el ambiente en la búsqueda de fuentes de abastecimiento, hacia la huida o encubrimiento frente al peligro, dan dirección y movilidad a los seres vivos. Estas tendencias particulares en cada especie forman un equipo de tropismos. El tropismo más sencillo consiste en dar respuesta frente al estímulo. Esta mínima operación de responder a un elemento ajeno al organismo que provoca un desequilibrio en la estructura, para compensar y restablecer la estabilidad, va a manifestarse luego de manera diversa y compleja. Todas las operaciones van a dejar “huellas” que para las nuevas respuestas serán vías de preferencia (en un tiempo 2 se opera sobre la base de las condiciones obtenidas en un tiempo 1). Esta posibilidad de grabación es de suma importancia para la permanencia de la estructura en un medio externo cambiante y un medio interno variable.
Tendiendo el organismo hacia el medio ambiente para adaptarse a éste y sobrevivir, deberá hacerlo venciendo resistencias. En el medio hay posibilidades pero también hay inconvenientes, y para sobrepasar dificultades y vencer resistencias hay que invertir energía, hay que hacer un trabajo que demanda energía. Esta energía disponible estará ocupada en ese trabajo de vencer resistencias ambientales. Hasta tanto no se superen esas dificultades y se termine el trabajo, no habrá nuevamente energía disponible. Las grabaciones de huellas (memoria) permitirán responder sobre la base de experiencias anteriores, lo que dejará energía libre disponible para nuevos pasos evolutivos. Sin disponibilidad energética no es posible hacer trabajos más complejos de adaptación creciente. Por otra parte, las condiciones ambientales se presentan al organismo en desarrollo como alternativas de elección y son también las huellas las que permiten decidir ante las diferentes alternativas de adaptación. Además, esta adaptación se efectúa buscando la menor resistencia frente a distintas alternativas y con el menor esfuerzo. Este menor esfuerzo implica menos gasto de energía. Así es que concomitantemente a vencer resistencias se trata de hacerlo con el mínimo de energía posible, para que la energía libre disponible se pueda invertir en nuevos pasos de evolución. En todo momento evolutivo hay transformación, tanto del medio como del ser vivo. He aquí una paradoja interesante: la estructura para conservar su unidad debe transformar al medio y transformarse también a sí misma.
Sería erróneo pensar que las estructuras vivas cambian y transforman sólo al medio ambiente, ya que este medio se complica crecientemente y no es posible adaptarse manteniendo la individualidad tal como ha sido creada en su comienzo. Este es el caso del hombre, cuyo medio, con el paso del tiempo, deja de ser sólo natural para ser además social y técnico. Las complejas relaciones entre los grupos sociales y la experiencia social e histórica acumulada, ponen un ambiente y una situación en la que va a ser necesaria la transformación interna del hombre. Tras este rodeo en el que la vida aparece organizándose con funciones, tropismos y memoria para compensar un medio variable, y así adaptarse crecientemente, vemos que es necesaria también una coordinación (por mínima que fuere) entre estos factores, y para la orientación oportuna hacia las condiciones favorables de desarrollo. Al aparecer esta mínima coordinación, surge el psiquismo como función de la vida en adaptación creciente, en evolución.
La función del psiquismo consiste en coordinar todas las operaciones de compensación de la inestabilidad del ser vivo con su medio. Sin coordinación, los organismos responderían parcialmente sin completar las distintas partes compositivas, sin mantener las relaciones necesarias y, por último, sin conservar la estructura en el proceso dinámico de adaptación.
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El psiquismo en relación con el medio
Este psiquismo que coordina las funciones vitales se vale de los sentidos y de la memoria para la percepción de las variaciones del medio. Estos sentidos, que de muy simples se han hecho más complejos con el paso del tiempo (como todas las partes de los organismos), van dando información del ambiente, que va a ser estructurada en orientación adaptativa. Por su parte, el ambiente es muy variado y para el organismo son necesarias ciertas condiciones ambientales mínimas para el desarrollo. Allí donde esas condiciones físicas se dan, surge la vida, y una vez surgidos los primeros organismos las condiciones se van transformando de un modo cada vez más favorable para la vida. Pero de comienzo, los organismos necesitan de condiciones ambientales óptimas para el desarrollo. Las variaciones en la troposfera llegan a todos los organismos. Así, tanto el ciclo diario y el ciclo estacional, como la temperatura general, las radiaciones y la luz solar, son condiciones influyentes en el desarrollo de la vida. También lo es la composición de la Tierra, que en su riqueza ofrece materia prima que será fuente de energía y de trabajo para los seres vivos. Los accidentes que puedan ocurrir en todo el planeta son también circunstancias decisivas para el desarrollo orgánico. Desde las glaciaciones, los hundimientos, los seísmos y erupciones volcánicas, hasta la erosión del viento y del agua, son factores determinantes. Será distinta la vida en los desiertos, en las alturas montañosas, en los polos o en el borde del mar. Son grandes números de organismos y de diversas especies los que van apareciendo y desapareciendo de la superficie terrestre una vez llegada la vida desde los mares. Muchos individuos encuentran dificultades insalvables, y por ello perecen; también sucede con especies completas; especies que no pudieron autotransformarse ni transformar las nuevas situaciones que iban surgiendo en el proceso evolutivo. Sin embargo la vida, abarcando con grandes números y diversidad muchas posibilidades, va abriéndose paso continuamente.
Cuando diversas especies aparecen en un mismo espacio, surgen distintas relaciones entre ellas, aparte de las que existen dentro de la misma especie. Hay relaciones simbióticas, de asociación, parásitas, saprofitas, etc. Todas estas relaciones posibles pueden simplificarse en tres grandes tipos: relaciones de dominio, relaciones de intercambio y relaciones de destrucción. Los organismos mantienen entre sí estas relaciones, sobreviviendo unos y desapareciendo otros.
Se trata de organismos en los que las funciones se van regulando por un psiquismo, que cuenta con sentidos para percibir al medio interno y al medio externo, y con una memoria, que no es sólo memoria genética de transmisión de caracteres de la especie (los instintos de reproducción y conservación), sino también grabaciones individuales de reflejos nuevos que permiten la decisión frente a alternativas. La memoria cumple también con otra función: el registro del tiempo; la memoria permite dar continuidad frente al transcurrir. El primer circuito de reflejo corto (estímulo-respuesta) admite variaciones en su complejidad, especializándose así los sistemas nervioso y hormonal. Por otra parte, la posibilidad de adquirir nuevos reflejos da origen al aprendizaje y domesticación; especializando también mecanismos múltiples de respuesta, observándose entonces un comportamiento variable, una conducta variable en el ambiente, en el mundo.
Tras muchos intentos de la Naturaleza, los mamíferos comenzaron su desarrollo produciendo casos diferentes y cuantiosos; estos mamíferos dieron lugar a distintas ramas, entre ellas la de los homínidas de data reciente. A partir de éstos, el psiquismo comienza un desarrollo específico.
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El psiquismo en el ser humano
Un salto notable se produce cuando comienza entre los homínidos la codificación de signos (sonidos y gestos). Luego los signos codificados se fijan con más permanencia (signos y símbolos grabados). Estos signos mejoran la comunicación que relaciona a los individuos entre sí y relata cuestiones de importancia para ellos referidas al ámbito en que viven. La memoria se amplía y no es ya sólo transmisión genética y memoria individual, sino que gracias a la codificación de señales, los datos pueden almacenarse y trasmitirse sígnicamente, creciendo la información y la experiencia social.
Posteriormente, se da un segundo salto de importancia: los datos de memoria se independizan del aparato genético y del individuo, apareciendo la memoria dispersa, que va prosperando desde los primeros signos en muros y tablillas de arcilla hasta alfabetos que posibilitan textos, bibliotecas, centros de enseñanza, etc. El aspecto más relevante que ha operado ahí es que el psiquismo sale de sí, se plasma en el mundo.
La locomoción va parejamente ampliándose, gracias a la inventiva que crea aparatos naturalmente inexistentes por una parte, y domestica vegetales y animales por otra, permitiendo el traslado por agua, estepa, montaña y bosque. Desde las poblaciones nómadas hasta la locomoción y la comunicación que en nuestros días alcanza un notable desarrollo.
La nutrición se perfecciona desde la primitiva recolección, caza y pesca hasta la domesticación del vegetal de los primeros agricultores. Sigue desarrollándose con la domesticación de animales y con progresivos sistemas de almacenamiento, conservación y síntesis de nuevos alimentos, y su consecuente distribución.
La reproducción va organizando los primeros grupos sociales de horda, tribu y familia, que con la instalación en lugares fijos va dando lugar a poblaciones rudimentarias. Estas, más tarde, adquieren compleja forma de organización social con la participación concomitante de distintas generaciones en un mismo momento histórico y geográfico. La reproducción va sufriendo importantes transformaciones hasta el momento actual en el que se vislumbran ya técnicas de producción, modificación, conservación y mutación de embriones y genes.
El psiquismo se ha ido haciendo complejo, al par que refleja sus anteriores etapas. Especializa también aparatos de respuestas como son los centros neurohormonales que desde una original función vegetativa fue desarrollándose hasta un intelecto de complejidad creciente. Según el grado de trabajo interno y externo, la conciencia ha ganado niveles desde el sueño profundo al semisueño y, ulteriormente, a una vigilia cada vez más lúcida.
El psiquismo aparece como el coordinador de la estructura ser vivo–medio; es decir, de la estructura conciencia-mundo. El resultado de tal coordinación es el equilibrio inestable en que esta estructura va a trabajar y procesar. La información externa va a llegar al aparato especializado que trabajará en distintas franjas de captación. Estos aparatos son los sentidos externos. La información del medio interno, del intracuerpo, llegará a los aparatos de captación que son los sentidos internos. Las huellas de esta información interna y externa
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y también las huellas de las operaciones mismas de la conciencia en sus distintos niveles de trabajo van a recibirse en el aparato de memoria. Así, el psiquismo va a coordinar datos sensoriales y grabaciones de memoria.
Por otra parte, el psiquismo en esta etapa de su desarrollo cuenta con aparatos de respuesta al mundo, respuestas muy elaboradas y de distinto tipo (como son las respuestas intelectuales, emotivas o motrices). Estos aparatos son los centros. En el centro vegetativo están las bases orgánicas de las funciones vitales del metabolismo, reproducción y locomoción (aún cuando ésta se ha especializado en el centro motriz), así como también los instintos de conservación y de reproducción. El psiquismo va a coordinar estos aparatos y también las funciones e instintos vitales.
Además, en el ser humano se da un sistema de relación con el medio al que no se puede considerar como un aparato con localizaciones neurofisiológicas, y al que llamamos “comportamiento”. Un caso particular del comportamiento psicológico en la relación interpersonal y social es el de la “personalidad”. La estructura de personalidad va sirviendo a la adaptación teniendo que ajustarse continuamente a situaciones distintas y variables del medio interpersonal; esta capacidad de adecuación acertada, exige de una compleja dinámica situacional que el psiquismo también deberá coordinar manteniendo la unidad de la estructura completa.
Por otra parte, el proceso biológico por el que atraviesa una persona, desde el nacimiento y la niñez, pasando por la adolescencia y la juventud, hasta la madurez y la vejez, va modificando marcadamente la estructura interna que atraviesa etapas vitales de distintas necesidades y relaciones ambientales (al comienzo, dependencia del ambiente; luego, instalación y expansión en el mismo tendiendo a conservar la posición para, finalmente, alejarse). También este proceso va necesitando de una precisa coordinación.
A efectos de lograr una visión integrada del trabajo del psiquismo humano, en trabajos posteriores, presentaremos sus distintas funciones que se podrían llegar a localizar fisiológicamente. También tendremos en cuenta el sistema de impulsos capaz de generar, trasladar y transformar información entre los aparatos. Estas presentaciones se desarrollarán en otros temas de estudio dentro de este mismo manual (véase Psicología Humanista, Parte II y Parte III).
Bibliografía:
Silo, Obras Completas, Volumen II, Apuntes de Psicología: “Psicología I”.
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Tema de Estudio Nº 15
PSICOLOGÍA HUMANISTA (PARTE II): ESQUEMA DEL PSIQUISMO (En base a los capítulos Psicología I y Psicología II, del libro Apuntes de Psicología.)
Aparatos del psiquismo
Por aparatos se entiende a las especializaciones sensoriales y de memoria que trabajan integradamente en la conciencia mediante impulsos. Éstos, a su vez, sufren numerosas transformaciones según el ámbito psíquico en que actúan.
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Sentidos
Los sentidos tienen por función recibir y suministrar datos a la conciencia y a la memoria, siendo organizados de distinta manera según necesidades y tendencias del psiquismo.
El aparato de sentidos encuentra su origen en un tacto primitivo que progresivamente se ha ido especializando. Se puede diferenciar entre sentidos externos, según detecten información del medio externo, y sentidos internos, según capten información del interior del cuerpo. De acuerdo con su tipo de actividad pueden ordenarse como: sentidos químicos (gusto y olfato); sentidos mecánicos (el tacto propiamente dicho y los sentidos internos de cenestesia y kinestesia) y los sentidos físicos (oído y vista). En los sentidos internos, el cenestésico proporciona la información del intracuerpo; hay quimioceptores, termoceptores, baroceptores y otros; también la detección del dolor juega un papel importante. El trabajo de los centros es detectado cenestésicamente, como así también los distintos niveles del trabajo de la conciencia. En vigilia, la información cenestésica tiene un mínimo de registros por cuanto es el momento de los sentidos externos y todo el psiquismo está moviéndose en relación con ese mundo externo. Cuando la vigilia disminuye en su potencial, la cenestesia aumenta la emisión de impulsos, de los que se tiene un registro deformado, actuando como materia prima para las traducciones que se harán en semisueño y sueño. El sentido
kinestésico suminist
ra datos del movimiento y de la postura corporal, del equilibrio y
d
esequilibrio físico.
Memoria
La memoria tiene por función grabar y retener datos provenientes de los sentidos y/o de la conciencia, también suministra datos al coordinador cuando es necesario (el acto de recordar). A mayor cantidad de datos de memoria, más opciones en las respuestas. En las respuestas con antecedentes se ahorra energía, quedando un plus en disponibilidad. El trabajo de la memoria da referencias a la conciencia para su ubicación y continuidad en el tiempo. Los rudimentos de memoria aparecen en la inercia propia de los trabajos de cada sentido, ampliándose a todo el psiquismo como memoria general. El átomo mínimo teórico de memoria es la reminiscencia, pero lo registrable es que en memoria se reciben, procesan y ordenan datos provenientes de los sentidos y del coordinador en forma de grabaciones estructuradas. El ordenamiento se hace por franjas o zonas temáticas y según una
c
ronología propia. De esto se deduce que el átomo real sería: dato + actividad del aparato.
Conciencia
Puede definirse a la conciencia como el sistema de coordinación y registro que efectúa el psiquismo humano. De acuerdo con esto, no se considera consciente a ningún fenómeno que no sea registrado, ni tampoco ninguna operación del psiquismo en la que no participen tareas de coordinación. Esto es posible porque las posibilidades de registro y coordinación tienen un espectro muy amplio, apareciendo las mayores dificultades al considerar los umbrales, los límites de registro y coordinación. Esto nos lleva a una corta consideración: se suele vincular “conciencia” con “actividad vigílica”, quedando el resto fuera de la conciencia, lo que ha hecho surgir concepciones mal fundamentadas como la del “inconsciente”. Esto ha sido así por cuanto no se han estudiado suficientemente los diferentes niveles de trabajo de la conciencia y tampoco se ha observado la estructura de presencia y copresencia con la que trabaja el mecanismo atencional. Hay otras concepciones en las que a la conciencia se la ve como pasiva, siendo que la conciencia trabaja estructurando activamente, coordinando las necesidades y tendencias del psiquismo con los aportes sensoriales y de memoria,
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mientras que orienta las variaciones constantes de la relación del cuerpo y el psiquismo, es decir, de la estructura psicofísica con el mundo.
Consideramos mecanismos fundamentales a los de reversibilidad que permiten a la conciencia orientarse, por medio de la atención, hacia las fuentes de información sensorial (apercepción) y mnémica (evocación). Cuando la atención está dirigida sobre la evocación puede, además, descubrir o resaltar fenómenos que no se advirtieron en el momento de ser grabados. A este reconocimiento se lo considera de apercepción en la evocación. La actuación de los mecanismos de reversibilidad está directamente relacionada con el nivel de trabajo de la conciencia. A medida que se desciende en niveles de conciencia, disminuye el trabajo de estos mecanismos y viceversa.
Estructura de la conciencia
Su estructura mínima es la relación acto-objeto, ligada por los mecanismos de intencionalidad de la conciencia. Esta ligazón entre actos y objetos es permanente aun cuando existan actos lanzados en busca de objetos que en ese instante no se precisan. Es esta situación la que da dinámica a la conciencia. Los objetos de conciencia (percepciones, recuerdos, representaciones, abstracciones, etc.), aparecen como los correlatos intencionales de los actos de conciencia. La intencionalidad siempre está lanzada hacia el futuro, lo que se registra como tensión de búsqueda, y también hacia el pasado en la evocación. Así, los tiempos de conciencia se entrecruzan en el instante presente. La conciencia futuriza y recuerda, pero en el momento de la implesión trabaja en presente. En el caso de búsqueda de un recuerdo, cuando el objeto evocado aparece, “se hace presente” y hasta tanto esto no suceda, la conciencia no completa su acto. La acción completiva se registra como distensión. Cuando los actos encuentran su objeto, queda energía libre que es utilizada por la conciencia para nuevos trabajos. Estas operaciones descriptas son características del nivel vigílico, ya que en otros niveles (como en el sueño, por ej.), la estructura del tiempo es distinta. Así, el tiempo psicológico depende del nivel de trabajo del psiquismo. El tiempo de trabajo del coordinador en vigilia es el presente, desde donde pueden efectuarse múltiples juegos temporales de protensiones y retenciones, pero siempre entrecruzándose en el instante presente. La eficacia de los mecanismos de reversibilidad y el tiempo presente son características vigílicas.
Niveles de conciencia
La conciencia puede encontrarse sumida en pleno sueño, en semi-sueño, o en vigilia, pero también en momentos intermedios o de transición. Hay gradaciones entre los niveles de conciencia, no diferencias tajantes. Hablar de niveles es hablar de diferentes operaciones y del registro de esas operaciones. Es gracias a ese registro que puede distinguirse entre distintos niveles de conciencia, y no se puede tener registro de los niveles como si éstos fueran ámbitos vacíos.
Se puede afirmar que los distintos niveles de conciencia cumplen con la función de compensar estructuradamente al mundo (entendiendo por “mundo” a la masa de percepciones, representaciones, etc., que tienen su origen en los estímulos del medio externo e interno). No se trata simplemente de que se den respuestas, sino que se dan respuestas compensatorias estructurales. Esas respuestas son compensaciones para restablecer el equilibrio, en esa relación inestable que es la relación conciencia–mundo o psiquismo-medio. Cuando va quedando energía libre del trabajo que se hace en el
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funcionamiento vegetativo, los niveles van ascendiendo porque van recibiendo la energía que los abastece.
Sueño profundo
En este nivel, el trabajo de los sentidos externos es mínimo, no hay otra información del medio externo que aquella que supera el umbral que pone el mismo sueño. El trabajo del sentido cenestésico es predominante, aportando impulsos que son traducidos y transformados por el trabajo de los mecanismos asociativos, dando lugar al surgimiento de las imágenes oníricas. Las características sustantivas de las imágenes en este nivel son su gran poder de sugestibilidad. El tiempo psicológico y el espacio se encuentran modificados con respecto a la vigilia, y la estructura acto-objeto aparece frecuentemente sin correspondencia entre sus elementos. Del mismo modo, “climas” emotivos e imágenes se suelen independizar entre sí. Es típica la desaparición de los mecanismos críticos y autocríticos que a partir de este nivel van a ir aumentando en su trabajo a medida que aumenta el nivel de conciencia. La inercia de los niveles y el ámbito formal propio que colocan, hacen que la movilidad y el pasaje de uno a otro se hagan paulatinamente; (así, la salida y la entrada al sueño se harán pasando por el semi-sueño). El tono de este nivel es igual que el de los demás: puede ir de un estado activo a otro pasivo y también pueden presentarse estados de alteración. El sueño pasivo es sin imágenes, mientras que el activo es con imágenes.
Semi-sueño
En este nivel, que antecede a la vigilia, los sentidos externos comienzan a enviar información a la conciencia, información que no es totalmente estructurada porque hay también interferencia de ensoñación y presencia de sensaciones internas. Los contenidos del sueño pierden poder sugestivo cuando siguen apareciendo, debido a la semi-percepción vigílica que da nuevos parámetros. La sugestibilidad sigue actuando sobre todo en el caso de algunas imágenes muy vívidas (llamadas “hipnagógicas”), que tienen gran fuerza. Por otra parte el sistema de ensueños frecuentes, que puede menguar en vigilia y desaparecer en el sueño, reaparece. Es en este nivel donde el núcleo de ensueño y los ensueños secundarios son más fácilmente registrables, por lo menos en sus climas y tensiones básicos. El modo de ensoñación propio de este nivel se suele trasladar por inercia a la vigilia, proporcionando la materia prima para la divagación, aunque en ésta también aparezcan elementos de percepción vigílica. El coordinador en este ámbito puede ya realizar algunas operaciones. Mencionemos también que este nivel es sumamente inestable y por ello de fácil desequilibrio y alteración. También encontramos los estados de semisueño pasivo y activo; el primero de ellos ofrece un pasaje fácil al sueño; el otro lo ofrece a la vigilia.
Vigilia
Aquí los sentidos externos aportan un mayor caudal de información, regulando por inhibición a los sentidos internos y posibilitando que el coordinador se oriente al mundo en el trabajo del psiquismo de compensación al medio. Funcionan aquí los mecanismos de abstracción y los mecanismos críticos y autocríticos, llegando a altos grados de manifestación e intervención en las tareas de coordinación y registro. Los mecanismos de reversibilidad, de los que en los niveles anteriores se tenía mínima manifestación, pueden aquí operar ampliamente permitiendo al coordinador equilibrar a los medios internos y externos. La
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sugestibilidad en los contenidos vigílicos disminuye al aumentar los puntos de referencia. Hay un tono de vigilia activa que puede ser atenta, con máximo manejo de la apercepción, o bien un tono de vigilia alterada. En este último caso aparece la divagación silenciosa y los ensueños más o menos fijados.
Circuito integrado entre sentidos, memoria y coordinador
Las conectivas entre sentidos, memoria y conciencia revelan aspectos de importancia del funcionamiento del psiquismo. Estos circuitos conectivos trabajan en una compleja autorregulación. Así, cuando el coordinador hace apercepción de la percepción queda inhibida la evocación, e inversamente, la apercepción de memoria inhibe la percepción. Cuando están actuando los sentidos externos se frena la entrada de estímulos internos y viceversa. La mayor interregulación aparece en los cambios de nivel de trabajo, en donde al ir aumentando el sueño (o disminuyendo la vigilia), se bloquean los mecanismos de reversibilidad, soltándose entonces con fuerza los mecanismos asociativos; por su parte, los mecanismos críticos al par que comienzan su trabajo inhiben a los mecanismos asociativos, al aumentar la vigilia. Entre los sentidos también hay interregulación automática: cuando la vista amplía su umbral medio disminuye el tacto, el olfato y el oído, sucediendo esto entre todos los sentidos (p.ej., se suele cerrar los ojos para oír mejor).
Los centros de respuesta
Los aparatos que controlan la salida de los impulsos hacia el mundo de la respuesta, son los que conocemos como “centros”. El mecanismo de estímulo y respuesta refleja se va haciendo más complejo hasta que la respuesta se hace diferida y van interviniendo circuitos de coordinación capaces de canalizar las respuestas, precisamente, por distintos centros. Así es que la respuesta diferida ha hecho numerosos recorridos antes de efectuarse hacia el mundo externo.
Los centros trabajan estructurados entre sí y con registros propios (al par del registro general que tiene el coordinador), por la información que llega desde los sentidos internos en el momento de accionar en el medio y también por las conexiones entre los centros y el coordinador.
El centro vegetativo es la base del psiquismo en el que se activan los instintos de conservación individual y de la especie y que excitados por señales correspondientes de dolor y placer se movilizan en defensa y expansión de la estructura total. De tales instintos no tengo registro sino por determinadas señales. Tales instintos se manifiestan fuertemente en el momento en que se compromete una parte o la totalidad de la estructura.
El centro sexual es el colector y distribuidor energético principal que opera por concentración y difusión alternadas, con aptitud para movilizar la energía en forma localizada o en forma difundida. Su trabajo es voluntario y también involuntario. Y pasa un poco como con el centro vegetativo, del cual a su vez es una especialización, la especialización más inmediata.
El centro motriz actúa como regulador de los reflejos externos y de los hábitos del movimiento. Permite el desplazamiento del cuerpo en el espacio trabajando con tensiones y relajaciones.
El centro emotivo es el regulador y sintetizador de respuestas situacionales mediante su trabajo de adhesión o rechazo. De ese trabajo del centro emotivo se registra esta particular aptitud del psiquismo para experimentar las sensaciones de acercarse a lo placentero o de alejarse de lo doloroso sin que por esto el cuerpo necesariamente actúe.
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El centro intelectual responde a impulsos de los mecanismos de conciencia conocidos como abstracción, clasificación, asociación, etc. Trabaja por selección o confusión de imágenes, en una gama que va desde las ideas a los distintos tipos de imaginación, dirigida o divagatoria, pudiendo elaborar formas de respuesta como imágenes simbólicas, sígnicas y alegóricas.
Existen diferencias de velocidad en el dictado de respuestas al medio. Tal velocidad es proporcional a la complejidad del centro. Mientras el intelecto elabora una respuesta lenta, la emoción y la motricidad lo hacen con más velocidad, siendo la velocidad interna del funcionamiento vegetativo y del sexo, considerablemente mayor a la velocidad de los otros centros.
Los centros pueden trabajar en disfunción, lo que ocasiona también errores de respuesta. Las contradicciones en el trabajo entre centros surgen cuando las respuestas no se organizan estructuradamente y los centros disparan actividad en direcciones opuestas entre sí.
El funcionamiento de los centros es estructural. Esto se registra por las concomitancias en los otros centros cuando uno está actuando como primario. Al trabajo intelectual lo acompaña un tono emotivo, p. ej. cierto agrado por el estudio que se está efectuando y que ayuda a mantenerse en el trabajo. Mientras, en este caso, la motricidad se reduce al mínimo. Si se tratara de la recomposición vegetativa por enfermedad, el sujeto experimentaría fatiga o debilidad y toda la energía iría a la recuperación del cuerpo. Tal centro trabajaría plenamente para dar respuestas internas equilibradoras y la actividad de los otros centros se reduciría al mínimo.
Estos centros que vamos separando para su mejor comprensión en realidad están trabajando en estructura circulando entre ellos energía psicofísica o, más simplemente, energía nerviosa. En general, cuando la actividad aumenta en unos centros, disminuye en otros.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen II, Apuntes de Psicología.
Esquema del Psiquismo: extraído del Libro Autoliberación de Luis A. Ammann. 57
Tema de Estudio Nº 16
PSICOLOGÍA HUMANISTA (PARTE III): LA CONCIENCIA Y EL YO (En base al libro Apuntes de Psicología.)
Entendemos a la conciencia como el sistema de coordinación y registro que efectúa el psiquismo humano. A veces hablamos de “conciencia”, a veces de “coordinador” y a veces de “registrador”. Lo que pasa es que aun tratándose de la misma entidad, está cumpliendo con funciones distintas pero no se trata de entidades diferentes. Muy distinto es esto a lo que llamamos yo. A ese yo no lo identificamos con conciencia. Consideremos a los niveles de conciencia como distintos ámbitos de trabajo de la conciencia e identifiquemos al yo con aquello que observa los procesos psíquicos, no necesariamente vigílicos, que se van desarrollando. En vigilia voy registrando y voy haciendo numerosas operaciones. Si alguien me pregunta “¿quién es usted?”, voy a decir: yo, y le voy a agregar a eso un documento de identidad, un número, un nombre, o cosas por el estilo. Y me da la impresión de que ese yo registrará desde adentro las mismas operaciones, observará las operaciones de la conciencia. Por lo pronto ya tenemos una distinción entre las operaciones que efectúa la conciencia y este observador que se refiere a esas operaciones de la conciencia. Y si me fijo cómo voy observando las cosas, veo que voy observando las cosas “desde adentro”. Y si observo mis propios mecanismos, veo que mis mecanismos están vistos “desde afuera”. Si ahora bajo el nivel de conciencia y me voy al sueño, ¿cómo me veo yo? Yo voy caminando por la calle, en un sueño; yo veo autos que pasan, gente que pasa, ¿desde dónde veo a la gente que pasa, a los autos que pasan? ¿Desde dentro de mí? (como ahora que los veo a ustedes y sé que están afuera de mí, y por lo tanto los veo desde adentro de mí), ¿así me veo yo? No, yo me veo desde afuera. Si observo cómo veo desde el nivel de sueño, me veo a mí mismo viendo los autos que pasan, a la gente que pasa, y yo me observo desde afuera. Háganlo de otro modo, prueben con la memoria. Ustedes ahora se recuerdan en una situación cuando eran niños. Bien. ¿Qué es lo que ven en esa escena? ¿Ven ustedes desde adentro, como ven ahora las cosas que los rodean, ven desde adentro (siendo niños) las cosas que los rodean? Se ven desde afuera. En ese sentido, ¿dónde está el yo? ¿El yo está adentro del sistema de estructuración que hace la conciencia y percibe las cosas, o el yo está afuera? La impresión que se tiene es que en algunos casos está adentro y en otros casos está afuera, por una parte. Y por otra parte, se ve que al observar las mismas operaciones de la conciencia es separado el observador de estas operaciones. En todos los casos, el yo aparece como separado, esté adentro o esté afuera. Lo que sí sabemos es que no está incluido en las operaciones.
Este yo, entonces, ¿cómo es que lo identifico con la conciencia, si todos los registros que tengo son de separación, entre yo y conciencia? Si observo todos los registros que tengo del yo, voy a ver que todos estos registros son de separación entre esto que llamo “conciencia y operaciones de la conciencia”, y esto que llamo “yo”.
¿Cómo se constituye este yo, por qué surge este yo y por qué cometo el error de asociar el yo a la conciencia?
El yo se basa en la memoria y en el reconocimiento de ciertos impulsos internos. Tengo noción de mí mismo, porque reconozco algunos de mis impulsos internos que están siempre ligados a un tono afectivo característico. No solo me reconozco como yo mismo por mi biografía y mis datos de memoria; me reconozco por mi particular forma de sentir, por mi particular forma de comprender. ¿Y si quitáramos los sentidos donde estaría el yo? El yo no
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es una unidad indivisible sino que resulta de la suma y estructuración de los datos de los sentidos y de los datos de memoria.
¿El yo, entonces, puede funcionar aunque saquemos los datos de la memoria y los datos de los sentidos?
Veamos el punto con cuidado. El conjunto de actos por los cuales la conciencia se piensa a sí misma depende de registros sensoriales internos, los sentidos internos dan información de lo que sucede en la actividad de la conciencia. Ese registro de la propia identidad de la conciencia está dado por los datos de sentidos y los datos de memoria, más una peculiar configuración que otorgan a la conciencia la ilusión de identidad y permanencia no obstante los continuos cambios que en ella se verifican. Esa configuración ilusoria de identidad y permanencia es el yo.
(Ampliaciones y desarrollos más amplios acerca de la conciencia y el yo pueden encontrarse en el libro Apuntes de Psicología -Psicología III y Psicología IV-).
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen II, Apuntes de Psicología: “Psicología I y Psicología II, Psicología III). Silo, Apuntes de Psicología, Psicología IV.
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Tema de Estudio Nº 17
LA REALIDAD, PAISAJES Y MIRADAS
“...No puedo tomar por real lo que veo en mis sueños, tampoco lo que veo en semisueño, tampoco lo que veo despierto pero ensoñando.
Puedo tomar por real lo que veo despierto y sin ensueño. Ello no habla de lo que registran mis sentidos sino de las actividades de mi mente cuando se refieren a los “datos” pensados. Porque los datos ingenuos y dudosos los entregan los sentidos externos y también los internos y también la memoria. Lo válido es que mi mente lo sabe cuando está despierta y lo cree cuando está dormida. Rara vez percibo lo real de un modo nuevo y entonces comprendo que lo visto normalmente se parece al sueño o se parece al semisueño.” Del libro La Mirada Interna, Silo.
LA REALIDAD (Cap. II del libro El Paisaje Interno)
1. ¿Qué quieres tú? Si dices que lo más importante es el amor o la seguridad, entonces hablas de estados de ánimo, de algo que no ves.
2. Si dices que lo más importante es el dinero, el poder, el reconocimiento social, la causa justa, Dios o la eternidad; entonces hablas de algo que ves o que imaginas.
3. Nos pondremos de acuerdo cuando digas: “¡Quiero la causa justa porque rechazo el sufrimiento!”; “...quiero esto porque me tranquiliza; no quiero aquello porque me desconcierta o me violenta”.
4. ¿Será entonces que toda aspiración, toda intención, toda afirmación y toda negación, tienen por centro tu estado de ánimo? Podrías replicar que aunque triste o alegre, un número es siempre el mismo y que el sol es el sol, aunque no exista el ser humano.
5. Yo te diré que un número es distinto a sí mismo según tengas que dar o recibir, y que el sol ocupa más lugar en los seres humanos que en los cielos.
6. El fulgor de una brizna encendida, o de una estrella, danza para tu ojo. Así, no hay luz sin ojo y si otro fuera el ojo distinto efecto tendría ese fulgor.
7. Por tanto, que tu corazón afirme: “¡Amo ese fulgor que veo!”, pero que nunca diga, “¡ni el sol, ni la brizna, ni la estrella, tienen que ver conmigo!”.
8. ¿De qué realidad hablas al pez y al reptil, al gran animal, al insecto pequeño, al ave, al niño, al anciano, al que duerme y al que frío o afiebrado vigila en su cálculo o su espanto?
9. Digo que el eco de lo real murmura o retumba según el oído que percibe; que si otro fuera el oído, otro canto tendría lo que llamas “realidad”.
10. Por tanto, que tu corazón afirme: “¡Quiero la realidad que construyo!”. 60
EL PAISAJE EXTERNO (Cap. III del libro El Paisaje Interno)
Mira cómo, lentamente, camina esa pareja. Mientras él enlaza su cintura ella reclina su cabeza sobre el hombro amistoso. Y avanzan en el otoño de las hojas crepitantes... en la expiración del amarillo, del rojo y del violeta. Jóvenes y hermosos avanzan, sin embargo, hacia la tarde de la niebla plomo. Una llovizna fría y los juegos de los niños, sin niños, en jardines desiertos.
1. Para unos, esto reaviva suaves y tal vez amables nostalgias. Para otros, libera sueños. Para algunos más, promesas que serán cumplidas en los días radiantes que vendrán. Así, frente a un mismo mar, este se angustia y aquél, reconfortado, se expande. Y mil más, sobrecogidos, contemplan los peñones helados; mientras otros tantos, admiran esos cristales tallados a escala gigantesca. Unos deprimidos, otros exaltados, frente al mismo paisaje.
2. Si un mismo paisaje es diferente para dos personas, ¿en dónde está la diferencia?
3. Ha de suceder con aquello que se ve y aquello que se escucha. Toma como ejemplo la palabra “futuro”. Este se crispa, aquél permanece indiferente y un tercero sacrificaría su “hoy” por ella.
4. Toma como ejemplo la música. Toma como ejemplo las palabras con significado social o religioso.
5. A veces ocurre que un paisaje es reprobado o aceptado por las multitudes y los pueblos. Sin embargo, esa reprobación o aceptación, ¿está en el paisaje o en el seno de las multitudes y los pueblos?
6. Entre la sospecha y la esperanza tu vida se orienta hacia paisajes que coinciden con algo que hay en ti.
7. Todo este mundo que no has elegido sino que te ha sido dado para que humanices, es el paisaje que más crece cuanto crece la vida. Por tanto, que tu corazón nunca diga: “¡Ni el otoño, ni el mar, ni los montes helados tienen que ver conmigo!”, sino que afirme: “¡Quiero la realidad que construyo!”.
EL PAISAJE HUMANO (Cap. IV del libro El Paisaje Interno)
Si una estrella lejana está ligada a ti, ¿qué debo pensar de un paisaje viviente en el que los venados eluden los árboles añosos y los animales más salvajes lamen a sus crías suavemente? ¿Qué debo pensar del paisaje humano en el que conviviendo la opulencia y la miseria unos niños ríen y otros no encuentran fuerzas para expresar su llanto?
1. Porque si dices: “Hemos llegado a otros planetas”, debes declarar también: “Hemos masacrado y esclavizado a pueblos enteros, hemos atestado las cárceles con gentes que pedían libertad, hemos mentido desde el amanecer hasta la noche... hemos falseado nuestro pensamiento, nuestro afecto, nuestra acción. Hemos atentado contra la vida a cada paso porque hemos creado sufrimiento”.
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2. En este paisaje humano conozco mi camino. ¿Qué pasará si nos cruzamos en dirección opuesta? Yo renuncio a todo bando que proclame un ideal más alto que la vida y a toda causa que, para imponerse, genere sufrimiento. Así es que, antes de acusarme por no formar parte de facciones, examina tus manos. No sea que en ellas descubras la sangre de los cómplices. Si crees que es valiente comprometerte con aquéllas, ¿qué dirás de ése al que todos los bandos asesinos acusan de no comprometerse? Quiero una causa digna del paisaje humano: la que se compromete a superar el dolor y el sufrimiento.
3. Niego todo derecho a la acusación que provenga de un bando en cuya historia (cercana o lejana) figure la supresión de la vida.
4. Niego todo derecho a la sospecha que provenga de aquellos que ocultan sus sospechosos rostros.
5. Niego todo derecho a bloquear los nuevos caminos que necesita recorrer el ser humano, aunque se ponga como máximo argumento a la urgencia actual.
6. Ni aun lo peor del criminal me es extraño. Y si lo reconozco en el paisaje, lo reconozco en mí. Así es que quiero superar aquello que en mí y en todo hombre lucha por suprimir la vida. ¡Quiero superar el abismo!
Todo mundo al que aspiras, toda justicia que reclamas, todo amor que buscas, todo ser humano que quisieras seguir o destruir, también están en ti. Todo lo que cambie en ti, cambiará tu orientación en el paisaje en que vives. De modo que si necesitas algo nuevo, deberás superar lo viejo que domina en tu interior. ¿Y cómo harás esto? Comenzarás por advertir que aunque cambies de lugar, llevas contigo tu paisaje interno.
EL PAISAJE INTERNO (Cap. V del libro El Paisaje Interno)
1. Tú buscas lo que crees que te hará feliz. Eso que crees, sin embargo, no coincide con lo que otro busca. Podría suceder que tú y aquél anhelaran cosas opuestas y que llegaran a creer que la felicidad del uno se opone a la del otro; o bien, que anhelaran la misma cosa y al ser ésta única o escasa, llegaran a creer del mismo modo, que la felicidad del uno se opone a la del otro.
2. Tal parece que se podría disputar tanto por un mismo objeto, como por objetos opuestos entre sí. ¡Extraña lógica la de las creencias, capaz de mover un similar comportamiento respecto de un objeto y de su opuesto!
3. Ha de estar en la médula de lo que crees la clave de lo que haces. Tan poderosa es la fascinación de lo que crees que afirmas su realidad aunque sólo exista en tu cabeza.
4. Pero volviendo al punto: tú buscas lo que crees que te hará feliz. Aquello que crees de las cosas no está en ellas sino en tu paisaje interno. Cuando tú y yo miramos esa flor podemos coincidir en muchas cosas. Pero cuando dices que ella te dará la felicidad suprema me dificultas toda comprensión porque ya no hablas de la flor, sino de lo que crees que ella hará en ti. Hablas de un paisaje interno que tal vez no coincida con el mío. Bastará con que des un paso más para que trates de imponerme tu paisaje. Mide las consecuencias que se pueden derivar de ese hecho.
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5. Es claro que tu paisaje interno no es sólo lo que crees acerca de las cosas sino también lo que recuerdas, lo que sientes y lo que imaginas sobre ti y los demás; sobre los hechos, los valores y el mundo en general. Tal vez debamos comprender esto: paisaje externo es lo que percibimos de las cosas, paisaje interno es lo que tamizamos de ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son uno y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad.
LOS PAISAJES Y LAS MIRADAS (Cap. I del libro El Paisaje Humano)
1. Hablemos de paisajes y miradas retomando lo dicho en algún otro lugar: “Paisaje externo es lo que percibimos de las cosas, paisaje interno es lo que tamizamos de ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son uno y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad”.
2. Ya en los objetos externos percibidos, una mirada ingenua puede hacer confundir “lo que se ve” con la realidad misma. Habrá quien vaya más lejos creyendo que recuerda la “realidad” tal cual ésta fue. Y no faltará un tercero que confunda su ilusión, su alucinación o las imágenes de sus sueños, con objetos materiales que en realidad han sido percibidos y transformados en diferentes estados de conciencia.
3. Que en los recuerdos y en los sueños aparezcan deformados objetos anteriormente percibidos, no parece traer dificultades a las gentes razonables. Pero que los objetos percibidos siempre estén cubiertos por el manto multicolor de otras percepciones simultáneas y de recuerdos que en ese momento actúan; que percibir sea un modo global de estar entre las cosas, un tono emotivo y un estado general del propio cuerpo... eso, como idea, desorganiza la simpleza de la práctica diaria del hacer con las cosas y entre las cosas.
4. Sucede que la mirada ingenua toma al mundo “externo” con el propio dolor o la propia alegría. Miro no sólo con el ojo sino también con el corazón, con el suave recuerdo, con la ominosa sospecha, con el cálculo frío, con la sigilosa comparación. Miro a través de alegorías, signos y símbolos que no veo en el mirar pero que actúan sobre él así como no veo el ojo ni el actuar del ojo cuando miro.
5. Por ello, por la complejidad del percibir, cuando hablo de realidad externa o interna prefiero hacerlo usando el vocablo “paisaje” en lugar de “objeto”. Y con ello doy por entendido que menciono bloques, estructuras y no la individualidad aislada y abstracta de un objeto. También me importa destacar que a esos paisajes corresponden actos del percibir a los que llamo “miradas” (invadiendo, tal vez ilegítimamente, numerosos campos que no se refieren a la visualización). Estas “miradas” son actos complejos y activos, organizadores de “paisajes” y no simples y pasivos actos de recepción de información externa (datos que llegan a mis sentidos externos), o actos de recepción de información interna (sensaciones del propio cuerpo, recuerdos y apercepciones). Demás está decir que en estas mutuas implicancias de “miradas” y “paisajes”, las distinciones entre lo interno y lo externo se establecen según direcciones de la intencionalidad de la conciencia y no como quisiera el esquematismo ingenuo que se presenta ante los escolares.
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6. Si lo anterior está entendido, cuando hable de “paisaje humano” se comprenderá que estoy mentando a un tipo de paisaje externo constituido por personas y también por hechos e intenciones humanas plasmados en objetos, aun cuando el ser humano como tal no esté ocasionalmente presente.
7. Conviene, además, distinguir entre mundo interno y “paisaje interno”; entre naturaleza y “paisaje externo”; entre sociedad y “paisaje humano”, recalcando que al mencionar “paisaje”, siempre se está implicando a quien mira, a diferencia de los otros casos en los que mundo interno (o psicológico), naturaleza y sociedad, aparecen ingenuamente como existentes en sí, excluidos de toda interpretación.
De la conferencia de presentación del libro “Humanizar la Tierra” Reykiavik, Islandia, 13 de noviembre de 1989.
“...El tercer libro, El paisaje humano, está dedicado en sus primeros capítulos a esclarecer los significados de paisaje y de mirada que se refiere a ese paisaje, cuestionando la forma de mirar el mundo y de apreciar los valores establecidos. Hay, en este trabajo, una revisión sobre el significado del propio cuerpo y sobre el cuerpo de los otros, sobre la subjetividad y sobre el curioso fenómeno de apropiación de la subjetividad del otro. Consecuentemente, se desarrolla un estudio fragmentado en capítulos sobre la intención: la intención en la educación; en el relato que se hace de la Historia; en las ideologías; en la violencia; en la Ley; en el Estado y en la Religión. Este no es un libro, como se ha dicho, simplemente contestatario porque propone nuevos modelos respecto a cada tema que critica. El paisaje humano trata de fundamentar la acción en el mundo reorientando significados e interpretaciones sobre valores e instituciones que parecían definitivamente aceptados. Con respecto al concepto de “paisaje” diré que él se constituye en pieza fundamental de nuestro sistema de pensamiento, como luego se ha visto en otras producciones como Psicología de la imagen y también en Discusiones historiológicas. Sin embargo, en el libro que estamos comentando, la idea de “paisaje” está más modestamente explicada y dentro del contexto de la obra que aparece sin las pretensiones del pensar riguroso. Así pues, se dice: “Paisaje externo es lo que percibimos de las cosas; paisaje interno es lo que tamizamos de ellas con el cedazo de nuestro mundo interno. Estos paisajes son uno y constituyen nuestra indisoluble visión de la realidad”. Nadie mejor que vosotros, islandeses, para comprender estas ideas. Si bien el ser humano se encuentra siempre en un paisaje no por ello tiene conciencia de tal cosa. Pero cuando el mundo en que uno vive se presenta como el contraste máximo, como la contradicción imposible de sostener, como el equilibrio inestable por excelencia, el paisaje se convierte en un dato vivo de la realidad. Los habitantes de los inmensos desiertos o de las llanuras infinitas tienen en común que su horizonte comunica allí, en la distancia, la tierra con los cielos en una secuencia en la que al final no se sabe cuál es la tierra y cuál el cielo... sólo la continuidad vacía aparece ante los ojos. Pero hay otros lugares donde choca el máximo hielo con el máximo fuego, el glaciar con el volcán, la isla con el mar que la rodea. Donde las aguas, además, furiosamente irrumpen desde la tierra impulsadas en el géiser hacia el cielo. Donde todo es contraste, todo es finitud, el ojo se dirige a consultar las estrellas inmóviles buscando su descanso. Y, entonces, los cielos mismos comienzan a moverse, los dioses danzan y cambian de forma y de color en auroras boreales gigantescas. Y el ojo finito se repliega sobre sí generando sueños de mundos
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armoniosos, sueños eternos, sueños que cantan historias de mundos idos en la esperanza del mundo por venir. Por ello creo que esos lugares son paisajes en los que todo habitante es un poeta que no se reconoce a sí mismo como tal; en donde todo habitante es un viajero que lleva su visión a otros lugares. Así las cosas, en otra medida y con otra conformación, todo ser humano tiene algo de isleño porque su paisaje original siempre se impone a su visión perceptual, porque todos nosotros vemos no solamente lo que está ahí delante sino que nuestras comparaciones y aun el descubrimiento de lo nuevo lo hacemos desde lo que ya antes hemos conocido. De este modo, soñamos al ver las cosas y las tomamos luego como si ellas fueran la misma realidad.
Pero el concepto tiene más amplitud ya que el paisaje no es, solamente, lo natural que aparece ante los ojos sino también lo humano, lo social. Por cierto que cada persona interpreta a las otras desde su propia biografía y pone en lo ajeno más de lo que percibe. De acuerdo con esto, nunca vemos de la realidad del otro lo que el otro es en sí, sino que tenemos del otro un esquema, una interpretación surgida de nuestro paisaje interno. El paisaje interno se superpone al externo que no solamente es natural sino social y humano. Claramente ocurre que la sociedad cambia y que las generaciones se suceden y, entonces, cuando a una generación le toca actuar lo hace tratando de imponer valores e interpretaciones formados en otra época. Las cosas van relativamente bien en momentos históricos estables, pero en momentos como el actual, de gran dinámica, la distancia generacional se acentúa al tiempo que el mundo cambia bajo nuestros pies. ¿A dónde irá nuestra mirada? ¿Qué debemos aprender a ver? No es extraño que en estos días se popularice la idea de “dirigirnos a una nueva forma de pensar”. Hoy hay que pensar rápido porque todo va más rápido y lo que creíamos hasta ayer como si fuera una realidad inmutable, hoy ya no es más. Así pues, amigos, no podemos pensar ya más desde nuestro paisaje si éste no se dinamiza y universaliza, si no se hace válido para todos los seres humanos. Hemos de comprender que los conceptos de “paisaje” y de “mirada” pueden servirnos para avanzar a esa anunciada “nueva forma de pensar” que está exigiendo este proceso de mundialización crecientemente acelerado.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Humanizar la Tierra”.
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Habla Silo” - Conferencia de presentación del libro “Humanizar la Tierra” - Reykiavik, Islandia, 13 de noviembre de 1989.
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Tema de Estudio Nº 18
IMAGEN Y ESPACIO DE REPRESENTACIÓN
(En base a la primera parte del libro Contribuciones al Pensamiento: Psicología de la imagen)
Distinciones entre sensación, percepción e imagen
Provisionalmente, entenderemos a la sensación como el registro que se obtiene al detectar un estímulo proveniente del medio externo o interno y que hace variar el tono de trabajo del sentido afectado. Pero el estudio de la sensación debe ir más lejos cuando comprobamos que hay sensaciones que acompañan a los actos del pensar, del recordar, del apercibir, etc. En todos los casos, se produce una variación del tono de trabajo de algún sentido, o de un conjunto de sentidos (como ocurre en la cenestesia), pero es claro que no se “siente” del pensar en la misma forma y modo que se “siente” de un objeto externo. Y, entonces, la sensación aparece como una estructuración que efectúa la conciencia en su quehacer sintético, pero que es analizada arbitrariamente para describir su fuente originaria, para describir el sentido del cual parte su impulso.
Por otra parte, entenderemos a la percepción como una estructuración de sensaciones efectuadas por la conciencia refiriéndose a un sentido, o a varios sentidos. Y en lo que hace a la imagen, la entendemos como a una re-presentación estructurada y formalizada de las sensaciones o percepciones que provienen o han provenido del medio externo o interno. La imagen pues, no es “copia” sino síntesis, intención y, por tanto, tampoco es mera pasividad de la conciencia.
El registro interno del darse la imagen en algún “lugar”
Este teclado que tengo ante mis ojos, en el accionar de cada tecla va imprimiendo un carácter gráfico que visualizo en el monitor conectado a él. Asocio el movimiento de mis dedos a cada letra y automáticamente las frases y las oraciones discurren, siguiendo mi pensamiento. Cierro los párpados y así, dejo de pensar en el discurso anterior para concentrarme en el teclado. De algún modo lo tengo “ahí adelante”, representado en imágenes visuales, casi calcado de la percepción que tenía antes de ocluir los ojos. Me levanto de la silla, camino algunos pasos por la habitación, cierro nuevamente los párpados y al recordar el teclado lo imagino globalmente a mis espaldas, ya que si quiero observarlo tal cual se presentó anteriormente a mi percepción, debo ponerlo en posición “ante mis ojos”. Para ello, o giro mentalmente mi cuerpo, o “traslado” del “espacio externo” a la máquina, hasta emplazarla enfrente de mí. La máquina ahora está “ante mis ojos”, pero he producido una dislocación del espacio ya que frente a mí, si abro los párpados, veré una ventana...
Se me ha hecho evidente que la ubicación del objeto en la representación se emplaza en un “espacio” que puede no coincidir con el espacio en el que se dio la percepción original.
Puedo, además, imaginar el teclado colocado en la ventana que tengo ante mí y distanciar o acercar el conjunto.
Si fuera el caso, puedo aumentar o disminuir el tamaño de toda la escena o de alguno de sus componentes; también puedo deformar esos cuerpos y, por último, nada impide que cambie su coloración.
Pero descubro algunas imposibilidades. No puedo, por ejemplo, imaginar esos objetos sin coloración por más que los “transparente”, ya que esa “transparencia” marcará contornos o
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diferencias precisamente de color o acaso “sombreados” distintos. Es claro que estoy comprobando que la extensión y el color son contenidos no independientes y por ello, no puedo imaginar tampoco un color sin extensión. Y esto es, precisamente, lo que me hace reflexionar en torno a que si no puedo representar el color sin extensión, la extensión de la representación denota también la “espacialidad” en la que se emplaza el objeto representado. Es esta espacialidad, la que nos interesa.
Imagen de la percepción y percepción de la imagen
Así pues, si frente al teclado cierro los párpados, podré extender mis dedos y acertar con aproximada exactitud siguiendo la imagen que, en este caso, obrará como “trazadora” de mis movimientos. Si, en cambio, emplazo la imagen hacia el costado izquierdo del espacio de representación, mis dedos seguirán el “trazado” hacia la izquierda y es claro que no coincidirán con el teclado externo. Si luego, “internalizo” la imagen hacia el centro del espacio de representación (colocando la imagen del teclado “adentro de mi cabeza”), el movimiento de mis dedos tenderá a inhibirse. Inversamente, si “externalizo” la imagen varios metros adelante, experimentaré la tendencia no sólo de los dedos sino de zonas más amplias del cuerpo, en esa dirección.
Si las percepciones del mundo “externo” se corresponden con imágenes “externalizadas” (“afuera” del registro cenestésico-táctil de la cabeza, “dentro” de cuyo límite permanece la “mirada” del observador), las percepciones del mundo “interno” se corresponden con representaciones “internalizadas” (“dentro” de los límites del registro cenestésico-táctil, que a su vez es “mirado” también desde “adentro” de dicho límite, pero desplazado de su posición central que ahora ocupa lo “mirado”).
La aptitud de transformismo de la representación
En nuestro ejemplo vimos cómo el teclado podía ser alterado en su color, forma, tamaño, posición, perspectiva, etc. Es claro que, además, podemos “recrear” completamente nuestro objeto hasta hacer irreconocible al original.
Pero si, finalmente, nuestro teclado queda convertido en una piedra (así como el príncipe en sapo), aun cuando todas las características en nuestra nueva imagen sean las de una piedra, para nosotros esa piedra será el teclado convertido... Tal reconocimiento será posible gracias al recuerdo, a la historia que mantenemos viva en nuestra representación. De modo que la nueva imagen visual ha de ser una estructuración no ya visual sino de otro tipo. Es, precisamente, la estructuración en la que se da la imagen la que nos permite establecer reconocimientos, climas y tonos afectivos, que hacen al objeto en cuestión aunque éste haya desaparecido o se encuentre severamente modificado.
Inversamente, podemos observar que la modificación de la estructura general produce variaciones en la imagen (en cuanto recordada o superpuesta a la percepción).
Nos encontramos en un mundo en el que la percepción parece informarnos sobre sus variaciones al tiempo que la imagen, actualizando memoria, nos lanza a reinterpretar y a modificar los datos que provienen de ese mundo. De acuerdo con esto, a toda percepción corresponde una representación que indefectiblemente modifica los datos de la “realidad”. Dicho de otro modo: la estructura percepción-imagen es un comportamiento de la conciencia en el mundo, cuyo sentido es la transformación de ese mundo.
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Imagen, paisaje y transformación
Cuando percibo el mundo externo, cuando cotidianamente me desenvuelvo en él, no sólo lo constituyo por las representaciones que me permiten reconocer y actuar, sino que lo constituyo además por sistemas copresentes de representación. A esa estructuración que hago del mundo la llamo “paisaje”, y compruebo que la percepción del mundo es siempre reconocimiento e interpretación de una realidad de acuerdo con mi paisaje. Ese mundo que tomo por la realidad misma es mi propia biografía en acción, y esa acción de transformación que efectúo en el mundo es mi propia transformación. Y cuando hablo de mi mundo interno, hablo también de la interpretación que de él hago y de la transformación que en él efectúo.
Las distinciones que hemos hecho hasta aquí entre espacio “interno” y espacio “externo”, basadas en los registros de límite que ponen las percepciones cenestésico-táctiles, no pueden ser efectuadas cuando hablamos de esta globalidad de la conciencia en el mundo para la cual el mundo es su “paisaje” y el yo su “mirada”. Este modo de estar la conciencia en el mundo es básicamente un modo de acción en perspectiva cuya referencia espacial inmediata es el propio cuerpo, no ya solamente el intracuerpo. Pero el cuerpo, al ser objeto del mundo es también objeto del paisaje y objeto de transformación. El cuerpo termina deviniendo prótesis de la intencionalidad humana.
Si las imágenes permiten reconocer y actuar, conforme se estructure el paisaje en individuos y pueblos, conforme sean sus necesidades (o lo que consideren que sean sus necesidades), así tenderán a transformar el mundo.
Bibliografía ampliatoria
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Contribuciones al Pensamiento” - Psicología de la Imagen.
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Habla Silo” - Conferencia de presentación del Libro “Contribuciones al Pensamiento”.
Silo, Obras Completas, Volumen I, “Habla Silo” - Charla “Sobre el acertijo de la percepción”, Las Palmas de Gran Canaria, 01/10/78.
Silo, Obras Completas, Volumen II, “Apuntes de Psicología” – Psicología II.
Luis A. Ammann, “Autoliberación” – Vocabulario.
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Tema de Estudio Nº 19
LAS EXPERIENCIAS GUIADAS
Las experiencias guiadas son, básicamente, trabajos con imágenes.
Hay quienes sostienen que, como ocurre en los sueños y las fantasías, no sucede nada especial con las imágenes ya que no tienen ninguna relación con la vida cotidiana. Otros, en cambio, quisieran supervisar todo lo que sucede con ellas, porque les parece que si no están bajo su control se convierten en armas peligrosísimas.
Algunas religiones acusan a otras de idolatría declarando que imaginar visualmente a Dios o exponer sus distintas representaciones artísticas, es una impiedad. Es claro que los acusadores también elevan oraciones, se imaginan sonidos y colocan el cuerpo en determinadas direcciones, sin saber que en esos casos también operan con imágenes, solamente que estas no son visuales.
Muchos piensan que se deberían prohibir ciertas imágenes en la T.V. porque allí encuentran las causas de la violencia actual. Otros opinan que gracias a las imágenes los líderes conservan y amplían su poder y las empresas mejoran sus ventas.
En fin, la superchería en estos campos es extraordinaria y uno puede encontrar la postura que mejor acomode a sus intereses o a sus particulares creencias.
Existen diversas imágenes que se corresponden con los sentidos externos (visuales, auditivas, olfatorias, gustativas y táctiles) y también imágenes que se corresponden con los sentidos internos (cenestésicas, propias del intracuerpo; kinestésicas, propias del movimiento y la posición del cuerpo; térmicas, propias de la temperatura externa y muchas mas que corresponden a receptores de presión, de acidez, de alcalinidad, etc.)
Por nuestra parte, consideramos a las imágenes como un apoyo interesante para variar el punto de vista, para agilizar la dinámica mental y el ingenio, para rescatar emociones, para recordar hechos de la vida, para diseñar proyectos.
Nuestras experiencias guiadas tienden a positivizar la existencia, a fortalecer el contacto con uno mismo, a favorecer la búsqueda del sentido de la vida.
Las experiencias guiadas consisten en una serie de frases mediante las cuales se describe la escenografía mental en la que el practicante debe emplazarse, produciendo climas afectivos que permitan el surgimiento de los particulares contenidos de quien esta realizando la experiencia.
Las frases están separadas por puntos, que indican a quien lee dar tiempos apropiados para que cada persona coloque mentalmente los personajes u objetos que le parecen más adecuados; por otra parte, los asteriscos(*) señalan silencios algo más prolongados.
Esta originalidad hace que aquellos que escuchan, en lugar de seguir pasivamente todo el desarrollo, participen activamente de la experiencia llenando escenas con sus propios contenidos mentales. De tal modo, aunque el argumento sea igual para todos, la misma experiencia resulta totalmente diferente para cada persona, cosa que se puede comprobar posteriormente a la hora del intercambio y la discusión sobre el trabajo realizado.
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En general en las experiencias encontramos la siguiente estructura:
1. Puesta en tema
2. Tensión (nudo)
3. Resolución
4. Salida en clima positivo.
La intención es que en el proceso este sistema de imagen se vaya integrando en el psiquismo del sujeto hasta influir en su conducta cotidiana de un modo positivo.
Nuestro sistema de trabajo personal, y social, funciona como una gran experiencia guiada en donde el sujeto va realizando un proceso de vencimiento de resistencias y superación de límites.
Como síntesis diremos que:
En las experiencias guiadas es importante establecer relaciones entre lo que sucede en el propio psiquismo y lo que a uno le pasa en la vida cotidiana. También interesa relacionar las dificultades que se tiene con las experiencias guiadas y las que se tiene en la vida.
Importan las modificaciones que se producen, fundamentalmente, en la conducta.
Se comienza a crecer realmente cuando en la propia conducta surgen respuestas superadoras y generadoras, es decir se producen cambios positivos en uno mismo y se ayuda a otros en la misma dirección.
Bibliografía
Silo, Obras Completas, Volumen I, Experiencias Guiadas.
Silo, Obras Completas, Volumen I, Contribuciones al Pensamiento: Psicología de la imagen. 70
Tema de Estudio Nº 20
LA ATENCIÓN
La atención es la aptitud de la conciencia que permite observar los fenómenos internos y externos. Cuando un estímulo pasa el umbral, despierta el interés de la conciencia quedando en un campo central al que se dirige la atención. Es decir que la atención funciona por intereses, por algo que de algún modo impresiona a la conciencia, dando registro. El estímulo que despierta interés puede quedar en un campo central de atención, al que denominamos campo de presencia, que tiene que ver con la percepción. Todo lo que no aparece ligado estrictamente al objeto central se va diluyendo en la atención, acompañando sin embargo a la presencia del objeto mediante relaciones asociativas con otros objetos no presentes, pero vinculados a él. A este fenómeno atencional lo llamamos campo de copresencia y tiene que ver con la memoria.
En la evocación se puede desplazar la atención de las presencias a las copresencias, y ello es así porque hubo registro del objeto presente y de los objetos copresentes. La copresencia permite estructurar los nuevos datos, y así decimos que al atender a un objeto se hace presente lo evidente, y lo no evidente opera de modo copresente. Esto lo hace la conciencia sobre la percepción, de manera que siempre se está estructurando más de lo que se percibe, sobrepasando al objeto observado.
Existen diversos tipos de atención dependiendo del modo en que se está atendiendo al fenómeno. Así, podemos hablar de una atención simple, de una atención dividida, de una atención dirigida y también de una atención tensa.
La atención simple es un modo de atender donde la atención está dedicada exclusivamente a la actividad que se efectúa.
La atención dividida es aquella en la que se atiende a dos estímulos simultáneamente. Por ejemplo atiendo un objeto o fenómeno dado y simultáneamente estoy atendiendo a una parte de mi cuerpo.
La atención dirigida es una forma de atención aperceptual en la que la actividad del pensar está ligada a registros de relajación, de auto-observación, de comprensión y de claridad interna. Atiendo y mientras atiendo, observo desde mi interior a qué estoy atento.
También existe una atención tensa en la que la actividad del pensar está ligada a tensiones corporales de carácter muscular, por demás innecesarias al proceso atencional.
Es importante destacar que directamente ligado al tipo de atención que se pone en práctica en cada situación, se pondrá también en juego la perspectiva, la mirada, la ubicación frente a la cosas, frente a los demás y frente a la vida en general.
Bibliografía
Luis A. Ammann, Autoliberación, Prácticas Psicofísicas, Lección 6, Perfeccionamiento atencional. 71
ANEXO I
Punto de vista, descripción, resumen y síntesis
En el contexto del plan de estudio y prácticas propuesto para los miembros del Movimiento Humanista, interesa que estos dispongan de las nociones básicas para poder efectuar resúmenes y síntesis a partir de descripciones. Interesa que se puedan realizar resúmenes y síntesis tanto para el estudio y trabajo con cada uno de los temas de estudio propuestos, como para las prácticas que se realizan en cada retiro.
Entonces ofrecemos aquí unas breves explicaciones de lo que llamamos descripción, resumen y síntesis.
Las descripciones, resúmenes y síntesis son recursos auxiliares formativos y educativos. Son prácticas para ordenar el pensamiento.
Descripción
Es un relato, una narración que reúne las características del tema, la materia prima con la cual se realizará luego el resumen y la síntesis. Por ejemplo, el relato extenso de la propia biografía, en la práctica de autoconocimiento, es una descripción.
Es conveniente tener en cuenta que toda descripción siempre se hace desde un cierto punto de vista o de interés. Así, podríamos describir un objeto desde el punto de vista físico, químico, estético, matemático, geométrico, etc.
Según cambie el punto de vista, el objeto se nos presenta de una u otra manera (desde uno u otro punto de vista). De manera que puede haber distintas descripciones de un mismo tema u objeto. De este modo podríamos cambiar nuestro emplazamiento, nuestro modo de ver al objeto, y no el objeto de estudio, según cambiemos nuestro punto de interés.
Resumen
Es un acortamiento en la exposición de ideas, buscando la economía de palabras, de recursos, sin que se pierda el sentido de la descripción.
No cambia la óptica. Quita cosas, sin cambiar nada. Es lo mismo que lo expuesto, pero con menos extensión.
Es un relato corto en el que no se pierde la continuidad, la secuencia, el proceso.
En el resumen comprimo la descripción. No se fija un punto de vista, sino que se reduce fielmente, se elimina lo que no es substancial.
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Síntesis
Es una reestructuración del resumen en base a un punto de interés fijado. La síntesis se realiza en base al resumen. Mientras que el resumen debe mantener el orden expositivo de la descripción, la síntesis puede perder esa continuidad.
La síntesis, en su extensión, es mucho más breve que el resumen.
El modo de estructurar la síntesis puede ser variado, pero nunca se pierde lo substancial. Puede no haber continuidad, pero debe referirse a lo esencial.
La síntesis es más creativa que el resumen, en el que es necesario atenerse a la descripción. En la síntesis los distintos elementos se implican mutuamente, se interrelacionan, formando parte de la nueva estructuración.
Al hacer la síntesis, por el hecho de estructurar, ya estamos haciendo una interpretación.
Sintetizar nos permite comprender la estructura de lo que se estudia, desde el punto de vista que se ha elegido.
En la síntesis se fija el interés, y no importa que no sea manifiesto, o explícito. De acuerdo con el interés que fijemos, armaremos la síntesis.
Por ejemplo, en la biografía escribimos en primer lugar un relato extenso. Luego resumimos ese relato, es decir, vamos sacando palabras sin que se pierda la secuencia ni lo más importante. Primero se hace una descripción, luego un resumen, y por último nos interesa la estructuración, es decir, la síntesis.
Cuando realizamos esa síntesis biográfica, por ejemplo, en base a las repeticiones, accidentes, tendencias generales, proyectos y desvíos, cambios de ensueño, modificación de núcleo, etc. estamos reestructurando el relato o resumen de acuerdo al interés que nos hemos fijado. Estamos tratando de entender como se relacionan entre sí esos elementos. Estamos estructurando una síntesis.
Esto ya no es un cuento corto, pierde lo anecdótico, estamos buscando significados, la trama interna, estamos dándole estructura.
La síntesis puede ser muy arbitraria, pero tiene una estructuralidad, una coherencia aprehensible.
Nota:
Este material fue producido en base a las explicaciones dadas sobre estos temas por Silo en un retiro en 1993.
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PRACTICAS DE TRABAJO PERSONAL 74
INTRODUCCIÓN A LAS PRÁCTICAS DE TRABAJO PERSONAL
Los retiros y seminarios de prácticas incluidos en este manual son los recomendados para el trabajo personal de los miembros del Movimiento Humanista, y se basan en los libros de Autoliberación, de Luis Ammann, y Experiencias Guiadas (Obras Completas Vol. I) de Silo. También se incluyen prácticas de temas y técnicas diversas realizadas en su momento por los concejos del Movimiento Humanista, y que son útiles para profundizar en el trabajo personal.
Tanto los seminarios como los retiros pueden considerarse unidades independientes, en el sentido de que no responden a una secuencia u orden de proceso determinado. Por consiguiente, cada grupo puede elegir cualquiera de ellos de acuerdo con sus intereses y necesidades. Este formato modular sólo admite un cambio en el caso de los dos retiros de Operativa, que tienen un orden definido de práctica por cuanto requieren el manejo y estudio previo de temas y técnicas explicados en Autoliberación.
Los Temas de Estudio de la primera parte de este Manual, así como la bibliografía de referencia incluida al final de los retiros y seminarios de prácticas, se recomiendan para ampliar el contexto teórico de las diferentes técnicas y ejercicios a realizar.
Los retiros y seminarios tienen una secuencia de trabajo que conviene respetar. En cuanto a los tiempos que demande el desarrollo de los temas y el ejercicio de las prácticas, sólo se dan estimaciones muy generales, de modo que cada grupo regulará los tiempos conforme a su ritmo interno y estilo de trabajo.
Las duraciones de los retiros y seminarios son las siguientes:
a) Los seminarios se inician y terminan en el mismo día.
b) Los retiros duran dos o más días, considerando la llegada de los partícipes al atardecer del día anterior al inicio.
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SEMINARIOS
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Práctica Nº 1
SEMINARIO I SOBRE PRÁCTICAS ATENCIONALES
El presente seminario se puede hacer en una amplia jornada de trabajo sin fijar tiempos para las prácticas, poniendo el acento en la búsqueda de un trasfondo emotivo de gran gusto por el tema. De este modo, cada cual podrá ir regulando los tiempos que necesite para lograr los registros correspondientes, repitiendo las prácticas una y otra vez para profundizar, estudiando los Comentarios, tomando nota e intercambiando con otros.
Como es habitual en nuestros seminarios y retiros, el trabajo se hace primero individualmente, luego se intercambia en grupos pequeños y, por último, se pueden hacer intercambios en conjunto sobre las experiencias y comprensiones logradas.
Comenzaremos con prácticas muy sencillas intentando detectar claramente los registros de: Atención simple
Atención dividida
Atención dirigida
Ejercicios de Atención simple:
Ejercicio A: Desplazar 5 objetos de un lugar a otro. Luego volver a los lugares de origen cada uno de los objetos desplazados.
Ejercicio B: Hacer lo mismo del ejercicio A, sólo que ahora con 10 objetos.
Comentarios: En los casos en que se logró hacer el ejercicio se puede notar que la Atención está en el objeto y no sobre uno mismo. En otro caso también se pierde en ocasiones la Atención del objeto.
Cuando se pierde la Atención sobre un objeto, podría ser que se está poniendo Atención en otro objeto (por ej. una divagación), pero, de todos modos, no se está poniendo Atención sobre uno mismo.
Ejercicio C: Poner Atención simple sobre la divagación.
Comentarios: Si se hace bien este ejercicio, se produce un conflicto: o se baja de inmediato el nivel de conciencia o se detiene la divagación. Si no pasa esto, quiere decir que se está poniendo Atención en un objeto que no es la divagación, por ejemplo, en uno mismo, o en un trabajo intelectual.
Ejercicios de Atención dividida:
Ejercicio A: Dividir la Atención entre dos lecturas simultáneas.
Ejercicio B: Dividir la Atención entre una lectura y el puño.
Ejercicio C: Atender a dos preguntas simultáneas y responder a las dos. 77
Comentarios: ¿Dónde está uno cuando se atiende a dos estímulos simultáneos? Uno no existe, no se está atendiendo a uno mismo en ese momento. En todos estos ejercicios no se está en conciencia de sí. Los registros en la Atención simple son más periféricos (los ojos, por ej.), mientras que en la Atención dividida se internaliza más el registro (en algunos casos en la cabeza).
Ejercicios de Atención dirigida:
Ejercicio A: Se hacen lecturas, tratando de filiar el registro de Atención dirigida.
Se atiende y, simultáneamente, se sabe que se está atendiendo. Se tiene la intención de no perder la Atención.
Ejercicio B: Se propone ejercitar la Atención dirigida en distintas situaciones (juegos, charlas, etc.)
Comentarios: Este es un trabajo donde se complica un poco más la cosa. No debe resultar una cosa robotizada. Cuanto más “natural” mejor, sabiendo que es lo que pasa en la propia cabeza. Se podría estar en cualquier cosa pero en tema. Da igual un chiste que una charla sobre Física. No es el objeto al que se refiere la conciencia el que genera el estar en tema, sino la intención de atender, la actitud de alerta. De acuerdo con esto, lo más interesante no es el objeto (se trate de algo físico, del propio cuerpo, de representaciones como la imagen de sí, de un tema de conversación interesante, de un paisaje, de un ser querido, etcétera), sino la dirección mental que se origina en el estar emplazado en los actos y no en los objetos de conciencia.
Algunos registros comentados:
∙ El punto de mira se lo ubica atrás de la cabeza.
∙ Varía el tono emotivo. Es más neutro. Parece como si todo fuera más artificial. ∙ Uno mismo está en presencia. Existo.
∙ Aparecen las distancias, el espacio entre las cosas.
∙ El tiempo se enlentece o los movimientos.
∙ Las respuestas se hacen diferidas.
∙ Si uno logra estar en conciencia de sí, se da cuenta de las cosas que irrumpen como inercia (por ejemplo, los que siempre hablan, hablan menos, y los que en general hablan menos, hablan más).
Intercambio en grupos de tres
Intercambio en conjunto
Comentarios: Apoyos para la entrada:
En el caso de pérdida de la conciencia de sí respecto de la mirada externa, el problema está en la entrada antes de que te capturen, de que te chupen. Esta entrada, por los distintos trabajos que hemos hecho a lo largo del tiempo, la tenemos asociada a distintas cosas: la
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postura corporal, el puño, la referencia espacial, la respiración, etc. Hágalo como quiera, explótelo como quiera, busque su preferencia.
¿En qué se está apoyando en este momento? Ésa es su entrada.
Síntesis de las prácticas atencionales:
Atención simple. Poner atención a un objeto. Lo de simple no significa que sea de bajo nivel. Hacer un trabajo con cuidado con atención simple puede ser de excelente calidad.
Atención dividida. Cuando hay más de un foco atencional al mismo tiempo. Atención dirigida. Tengo la intención de no desatender, de mantener la atención.
Atención sobre sí o conciencia de sí. Cuando, sin importar lo que hago, no me olvido de mí mismo. Es un modo-de-estar en las cosas estructuradamente, el tono afectivo es diferente.
Hay múltiples formas de atención, cada una con un tono afectivo diferente. La atención está mal asociada a esfuerzo, a tensión, a la seriedad.
Distinguimos entre un ejercicio y un modo de estar en el mundo. En el ejercicio hay un forzamiento en donde uno intenta buscar el registro.
La calidad emotiva es distinta. En el ejercicio hay un registro de obligatoriedad, en el modo de estar hay una conveniencia: “Es muy linda cosa estar atentos”.
Hay un mal tratamiento del trabajo atencional en la educación, en las teorías pedagógicas.
Hay una forma atencional que no es conveniente para nosotros, o sea, un tipo de autoobservación en la cual lo que funciona es la introspección. Muy frecuentemente uno cae en un fenómeno introspectivo, por influencia cultural de la época. Esto no es para nosotros una forma de trabajar la atención. No es conveniente como actitud cotidiana, crea intermediaciones. Puede ser útil si estoy haciendo una investigación para ver cómo surgen los fenómenos. Será bueno no confundir ese trabajo con la atención, que es moverse en situación con un buen nivel de atención. En cambio, con la introspección hay una caída para adentro. Crea división artificial de la estructura conciencia—mundo. Se crean inhibiciones en la forma de relación. La tendencia a irse para adentro es un síntoma de un mal trabajo atencional.
Con la atención dirigida disminuyen los ruidos. La dirección mental tendrá más sentido si se hace desde un campo mínimo de libertad.
Se logra una posición vigílica, una vigilancia sobre las compulsiones. En todo caso, los errores, defectos e impericias no se evitan con la conciencia de sí.
Pero por más técnica que haya, una planificación con “fuera de temas” irá mal ya que es la línea mental de las propias compulsiones.
Una planificación que tiene importancia para usted, hágala en el mejor estado vigílico posible.
Aunque haya mucha pericia técnica para elaborar proyectos, la dirección mental puede estar puesta por compensación a compulsiones, frustraciones, reivindicaciones, etc.
El ejercicio de la atención dirigida tiene sus registros. Apuntamos a que sea gratificante. No puede hacerse a contrapelo, es fatigante. Este mecanismo debe terminar siendo gratificante.
¿Cómo se sabe qué se está atendiendo? ¿Se tiene algún indicador? ¿Cuáles son los registros del saber que se está atento? Hay un corrimiento de la mirada hacia atrás.
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¿Qué pasa con los tiempos en esa mirada? Pareciera que para la conciencia se enlentece. Las compulsiones bajan.
¿Qué pasa con el funcionamiento del razonar? Da la impresión de que se es más cuidadoso.
Resumen y síntesis personal
Termina el trabajo del día resumiendo y sintetizando tu experiencia personal en materia de registros y comprensiones.
Cierre del seminario con un ágape de camaradería.
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